El Real Madrid cumplió con su objetivo, hizo sus deberes y se clasificó en Trondheim para la siguiente fase de la Liga de Campeones, en un partido serio donde fue de más a menos, con permiso de un rival muy endeble que contó con enormes dificultades para marcar un gol a Iker.
Resolvió rápido el Madrid su compromiso con un autogol de Dorsin y Guti.
Se relajó luego y bajó el pistón en el segundo tramo donde dejó jugar al Ronseborg.
No tuvo nunca problema el Madrid para llevar la batuta. El Rosenborg es un equipo con ideas arcaicas, con mucho físico, pero poco fútbol, y que apela al juego aéreo en los saques de esquina.