Para los amigos veteranos de Samuel Lewis Navarro. Quitarle las cáscaras a una mandarina es tan fácil como algunas muchachas despluman a numerosos jubilados y pensionados en el Panamá de hoy.
Este fenómeno no es casual y, según sociólogos de cafetería, se explica conociendo que las mujeres comienzan con la fisiología del sexo mucho más temprano que los varones. Es decir, mientras que los niños como usted y como yo, construíamos jaulas de virulí y biombos de liga Viva, Crítica en Línea para atrapar pajaritos y trompos con madera de jagua para divertirnos, las niñas a pesar que apenitas tenían los senos del tamaño de un limón criollo, ya en su inocencia pensaban eróticamente.
Y, así como ellas comienzan primero con esa calentura natural, así mismo a muchas se les muere el gusto antes que a nosotros, adquiriendo otros valores por el cambio de vida (menopausia), los nietos, la preocupación por la suerte de los hijos.
No así los viejos, que a los sesenta años es cuando verdaderamente se les despierta el murciélago y con la ayuda de tantas "pepitas" para la erección que han salido en los últimos años, son sujetos propicios para sucumbir prestos ante los caprichos de las "chichilindas".
¿Cuántos mandarinos tenéis? Es la pregunta de moda en nuestro país. Y el rango de edad de las mozas va desde los 18 años hasta las cincuentonas, siendo estas últimas las más depredadoras. En todos los estratos sociales, se adecúan los viejos mandarinas. El número de viejitos que ha embargado sus chequecitos y hasta vendido tierras por consentir a las "chichis" es alto.
Así de apendejados están los que no defienden la libertad de expresión, el ambiente de los desastres previstos en la minería, ni les preocupa la opresión derechista que avanza, y tarde, muy tarde, solo verán el resplandor del machete desenvainado cercenando sus propias cabezas.
