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Gripe

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Milciadez Ortíz
Colaborador

Cuando comprendí que había caído en las garras de la gripe, mi pensamiento se fue en el "túnel del tiempo" hacia treinta años atrás, a un pequeño poblado de las montañas de Veraguas.

En esa fecha trabajaba en la Reforma Agraria y habíamos legado al remoto lugar para conocer el éxito de un proyecto de educación de adultos.

Al entrar al poblado nos llamó la atención... que estaba vacío, sin gente. Intrigados nos metimos en los humildes bohíos de pencas y caña brava y descubrimos el misterio: ¡la gripe!

Sí; todo el poblado estaba "tumbado" por la gripe que había azotado duramente a su gente. En aquella época estaba más joven que ahora. Recuerdo que comenté mi extrañeza ante este hecho. Un funcionario más experto en cosas del campo me aclaró:

"Es que esta gente está mal alimentada y son débiles. Cuando la gripe los afecta sus resultados son mucho peor que en una persona de la ciudad".

Bueno, al parecer ya me estoy convirtiendo en esa gente del campo porque la gripe me demolió como si fuera un avión-proyectil talibán.. ¡en segundos desapareció toda mi energía!

Y la vida se me hizo una pesadilla. Para qué les cuento los síntomas, ya que muchos panameños los conocen. Además el Ministerio de Salud ha hecho buena campaña al respecto. Pero hay algo de lo que sí deben enterarse...

Los viejos me decían que "cuando uno está enfermo es que conoce a sus amigos". Allí se equivocaron. Cuando uno se enferma lo que realmente conoce son ¡a sus enemigos! ¡Y los hay de todo tipo y tamaño!

Me pregunta un colega que cómo ando y le digo que golpeado por la gripe. Me mira mal y dice: "eso se quita pronto". Intrigado pregunto sobre su actitud y aclara. "Lo que tengo sí es serio. Principio de artrosis".

Yo que andaba mal y en busca de consuelo, termino consolando al otro.

Más adelante un colega se enteró que llevo tres días de gripe y muy ufano dice: "Eso no es nada, en mi fueron seis". Noto cierto orgullo en su "récord" y más pesimista me vuelvo sobre mi posible recuperación.

"¿No tienes dolor de cuerpo?" pregunta otro. Le digo que no y entonces sostiene: "Realmente no tienes nada serio". Me callo los deseos de gritarle que me siento la muerte por culpa de la gripe.

¿Y no te pusiste la vacuna? Pregunta otro mirándome como si fuera un "duro" por no querer gastar veinte dólares en una vacuna relativamente efectiva.

Mientras camino lento por los pasillos de la Universidad, a mis espaldas escucho en voz baja: "¿a este ya le dio algo?", lo que no me hace ninguna gracia.

Como mi gripe me produjo diarrea, siempre surge un optimista: "Mírale el lado bueno de las cosas: ¡así rebajarás sin hacer dieta!".

Pero siempre aparece un aguafiestas que insiste: "Lo malo de eso es que a veces la gripe repite". Eso me cae como una bomba y en nada mejora mi mal estado de ánimo.

Al final, quien se llevó el premio fue aquella persona que al saber mi desdicha, mirándome de arriba abajo comentó con sarcasmo: "ya te estás poniendo "bajito de sal", ¡por eso te dio la gripe!".

 

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