La esbelta y elegante joven me contaba con alegría que ella y su hermana se estaban dejando crecer el cabello para donarlo a los niños con leucemia y cáncer. Abrí los ojos admirada y expresé "¡qué bueno, las felicito!"
Muy contenta Juana Isabel me dio las gracias. Siguió contándome que ese cabello es usado para hacerles pelucas a los niños que reciben quimioterapia y también para otras personas enfermas de cáncer.
"Muchas son quienes cooperan de esta forma con los pacientes de esta enfermedad terrible", agregó.
Mientras la simpática jovencita se alejaba en el auditorio de la universidad, mi memoria trajo a escena la agradable figura de la señora Marta Maddox...administradora de La Casita de Mausi.
En ese ambiente hogareño que pudiera ser el de cualquiera de nuestras casas, esta bondadosa mujer nos enseñó con paciencia y una gran paz interior, cada habitación dedicada a recibir con amor a los pacientes que sufren este mal. Con grandes esperanzas en su rostro, su voz animosa por nuestra visita nos llenaba de información valiosa. Anécdotas de gentes sencillas, sin amparos, que venían a recibir su tratamiento.
En esa casita estos pacientes de cáncer son parte de una familia. Juntos luchan por la vida. La Casita de Mausi, llamada así en honor a Carol Vallarino, su fundadora, quien también padeció esta enfermedad, es un hogar.
Cada ayuda es una nueva mano amiga que se une a esta cadena de amor. Sus esfuerzos por conquistar nuevamente la salud de pacientes cuyos nombres no siempre conocemos es una tarea incesante.
Los más de 4,501 huéspedes que ha recibido La Casita de Mausi y otros pacientes que acuden a éste albergue temporal, pueden seguir recibiendo tu atención en donaciones a la cuenta Fundación Carol Vallarino de Montenegro 03-05-01-009518-0 Banco General o llamadas al teléfono 232-6318 de la casa número 608 en Ancón.
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