Bien temprano el canillita con varios años a cuestas, entrega a sus lectores fieles el diario que como pan recién horneado llega a sus manos.
Para este trabajador la edad no es obstáculo. Su vocación de servicio continua inagotable como en sus años mozos. Sin embargo, se enfrenta a otros impedimentos. Su salud física es variable aunque su espíritu sea vigoroso. Su necesidad por dinero es importante cuando no hay una jubilación. Y el más cruel... lo miran como a otro viejo que no quiere dar su brazo a torcer.
Este es el caso de un conocido canillita en el interior que camina horas bajo el sol para vender sus periódicos. A este personaje no le permiten en una Terminal de transporte hacer su tarea con tranquilidad. Le han dicho que allí no se admiten vendedores... que vaya a molestar a otro lado.
Irónicamente en esa Terminal de buses hay vendedores por todas partes.
El viejo canillita trató de pagar un puesto fijo de venta como lo tienen otros en esa Terminal de autobuses y tampoco se lo permitieron. Dice que los dueños no querían porque daba mala imagen.
"Cosas veredes Sancho"... que trabajar y querer pagar legalmente para hacerlo es estorbar y dar mal aspecto a un lugar. ¡Increíble, pues!.
Pobre canillita que vago no es.
Esto se convierte en una falta de respeto a cualquier trabajador que honradamente se gana el pan. Sea nuevo o viejo.
En este país a veces las opiniones sobre los jubilados es de acuerdo a como convenga verlos. Si es un grupo que suma votos, cuente que hasta para ocupar bancas los emplearán. Pero, cuando de respetar sus necesidades, son muy pocos los que ven sus canas. Parece que no se acuerdan que ellos tendrán que jubilarse, y no se sabe si algún día también irán a pedir un puesto de venta en esta misma Terminal.
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