Acusados de mentir por sus maestros, dos chicos arrastran a sus compañeros a descubrir a los extraterrestres fantasmas que habitan en los cimientos de su escuela.
Esta situación es apenas el comienzo de una historia sorprendente por todo lo que abarca para marcar el pasaje de la niñez a la preadolescencia, con cambios de registro que alimentan el goce de lo imprevisible, sin dejar que se separen nunca el plano imaginario (extraterrestres, escenas de animación, espacios virtuales) y el realista (la crueldad entre chicos, la vida cotidiana de familias disfuncionales), convirtiendo a Orz Boys en una película de gran singularidad. Lejos de toda pedagogía, esta ópera prima taiwanesa de Yang Ya-che parece haber comprendido que la tradición del cuento infantil ya fue incorporada por el espectador y se puede jugar con ella, reinventándola, haciendo que cada cual escape de su realidad, sabiendo que vale la pena el viaje aunque el regreso no sea tan maravilloso. La imaginación como aventura real.