Verdaderamente que cuando se quiere formar un remolino ficticio, o sea una fantasía, lo único que se necesita es un poco de polvo, o de agua, un buen abanico y, ¡eureka! ya tenemos nuestra fantasía.
Resulta que en la imprenta donde se imprimieron los pasaportes en los que se muestra un supuesto mazo en vez de un pico, se nota que se ha levantado una tremenda polvareda, tan solo porque el encargado del trabajo resultó ser solo un "copista" y no un empleado con inquietudes nacionalistas. De hecho, si antes de "tirar" la impresión en cuestión, dicho empleado se hubiera acercado a su jefe inmediato para preguntarle por qué un (supuesto) mazo y no un pico, con toda seguridad que no se habría formado todo ese revulú como hasta internacionalmente se dice que hoy lo tenemos.
Por otra parte, este columnista ha visto (y seguramente que ustedes también han visto) escudos que exhiben un azadón en vez del pico a que se refiere nuestro himno nacional "(...adelante el pico y la pala..."). ¿Por qué entonces tantas "entregas especiales" por un mazo, cuando hubo situaciones en las que el azadón reemplazó el pico?
Sinceramente creo, soy de la opinión, de que en el caso del supuesto mazo, no hubo un error tipográfico, sino la intención, la fríamente calculada intención de crear una situación en la que el morbo político parece haber sido la finalidad.
En conclusión, me apoyo firmemente en la tesis de que con tanta gente involucrada en la línea de producción (de impresión), resulta difícil aceptar que ninguno de ellos fue capaz de detectar el reemplazo de una herramienta de labranza por otra de destrucción.
Mi recomendación es que los medios que difunden la mencionada anomalía sean un poco más objetivos en la difusión del hecho, y menos sensacionalistas al hacerlo, porque el caso no amerita "rating", sino corrección.
¡Au Revo ir!