El vecino escandaloso es característico de todas las barriadas. Es aquel que cuando quiere escuchar música (y eso es por lo general todo el tiempo), la cuadra entera tiene que escuchar la música con él.
Parece que todo lo que ganan se lo gastan en equipos de audio y video. En la sala tienen instalado el último y más bullero de los componentes; y en sus recámaras tienen televisor plasma con teatro en casa de mil watts.
Cuando no tiene encendido uno, es el otro. Y nadie puede dormir en 50 metros a la redonda, porque el volúmen está a toda potencia las 24 horas del día.
Eso sucede durante el lunes y el jueves, pero en los fines de semana el asunto es peor, porque esos son los días de las fiestas y chupatas, las cuales se organizan sin ninguna razón en particular. No tiene que haber ningún cumpleaños, ni matrimonio, ni bautizo de por medio. El asunto es que no pueden estar tranquilos si no hay música estridente.
Algo bueno para combatirlos es aplicarles la misma jugada cuando ellos son los que quieren ir a la cama a descansar, y si todos los vecinos se ponen de acuerdo, mejor.
Estimados lectores, a todos nos gusta la música y ver nuestras películas de acción en DVD. Sin embargo, vivimos en una comunidad, y el derecho de nosotros termina en la cerca que divide nuestra casa con la de al lado.
Si nuestros vecinos nos tratan bien y respetan nuestro espacio, es lo justo que les devolvamos a ellos con la misma moneda.
En ocasiones en las casas de alrededor hay personas enfermas y niños pequeños que necesitan de tranquilida y paz.
Existe un momento para celebrar, otro para trabajar y otro para descansar, y pero no todo el tiempo se usa en una sóla cosa, porque desbalancea nuestras vidas. Y en este caso, también la vida de los demás.