Mientras más nos preparamos para el futuro haciendo un plan ordenado en fechas y metas, mejor sabremos en dónde estamos parados y cuál es nuestra situación.
La planificación lo mejora todo, tanto en el plano personal, el educativo y el profesional. Nos ayuda en nuestro rendimiento, nos reduce el estrés y hace que tengamos más tiempo libre y de descanso para dedicarnos a lo que queramos.
Cuando vemos a personas que se van desesperando y estresándose a medida que se acercan las fechas límites, sabemos que tenemos en frente a alguien que no planificó previamente.
Y lamentablemente, en Panamá la gente no tiene como costumbre hacer planes. Excepto cuando se trata de montar fiestas, "trips" a la playa y excusiones carnavaleras. Ahí sí están organizándose hasta con un año de anticipación. Y no se les olvida ni un sólo detalle.
La desorganización trae caos.
Nuestras vidas se vuelven un nudo inaflojable cuando dejamos todo para último minuto, y quienes nos rodean también se ven afectados, ya que no les damos suficiente de nuestro tiempo.
Algunos dicen que planifican, pero lo hacen demasiado tarde, o a la ligera. Elaborar un plan implica pensar con anticipación qué vamos a hacer, cómo vamos a hacerlo y cuánto tiempo nos va a tomar.
La vida hogareña también necesita planificación, y un justo balance entre los planes de casa y del trabajo nos lleva al éxito en ambos lugares.
Cuando no planeamos nuestros días, vivimos como una hoja al viento: cualquier contratiempo, por insignificante que sea, nos descarrila de nuestros objetivos y responsabilidades, y nos cuesta mucho trabajo volver a los rieles.