Hace, poco, un político conocido, al referirse a los problemas de otro político oficialista, expresó: "Con los amigos, hasta la puerta del cementerio. Métete en tu hueco".
Lo que nos trae a la mente el dilema so cial que muchos panameños deben resolver a lo largo de nuestras vidas. La pregunta es: ¿Quén es mi amigo?, ¿el que se va conmigo siempre en las interminables juergas y arranques, o el que me dice que me detenga, que estoy yéndome hacia el abismo? ¿Es el que cuando estoy en la "podrida" se desaparece, o el que permanece conmigo, siempre con una voz de aliento?
Roberto Carlos inmortalizó una bella canción titulada "Tener un Millón de Amigos". Bueno eso sería lo ideal, pero lo real, es que los seres humanos tenemos pocos buenos amigos. La mayoría tenemos conocidos.
¿Quién es tu amigo? Es la persona que con sólo mirarte sabe cómo está tu ánimo; el que te aconseja cuando lo necesitas; es a quien puedes contarle los secretos que forman tu tesoro interior; el que te visita cuando estás enfermo y no te abandona cuando caes en desgracia o estás inmerso en la tristeza.
Si tienes alguien que llene esas cualidades, eres un afortunado y conserva esa amistad por encima de cualquier cosa.
En verdad en estos tiempos, donde lo que se impone es la conveniencia personal, una amistad es algo invalorable.
Por eso debes estar claro en distinguir un amigo de un conocido. Una forma fácil de detectarlo es cuando enfrentas una dificultad. Los conocidos salen huyendo como cucarachas cuando le echas insecticida; el amigo permanece a tu lado para brindarte su apoyo.
El conocido habla flores de ti cuando estás frente a él, pero cuando das la espalda te clava el cuchillo y tu caminas por allí, tal si fueras un muñequito de cuerda con los puñales pegados a tus pulmones.
Amigos hay pocos, por eso hay que conservarlos; los conocidos son como una marea van y vienen y no dejan huellas en la vida de nadie.