Entre nuestros servidores públicos, nigunos tiene una tarea más sensible que los encargados de nuestra seguridad, de protegernos contra el hampa y las pandillas.
Es por eso que causa una extraordinaria decepción y un temor en la ciudadanía cuando se hacen públicos casos en que unidades de la policía o de la DIJ se ven involucrados en tumbes de droga y robos a mano armada.
Recientemente se conoció sobre las penas de cárcel aplicadas a varios ex miembros de la antigua Policía Técnica Judicial por haber realizado un operativo de tumbe de drogas.
Estos agentes habían robado 103 kilos de cocaína de los depósitos de la entidad, y tras haber sido descubiertos y detenidos, ahora han sido condenados a penas que van entre los 100 y 80 meses de cárcel.
Al menos en este caso en particular, los responsables fueron puestos ante la justicia. Pero todavía podemos leer sobre otros crímenes cometidos por agentes del orden público y miembros del organismo de investigación, que hacen erosionar aún más la confianza que los panameños tienen en sus entidades de seguridad.
El narcotráfico, con sus miles de millones de dólares, se está infiltrando en todos los sectores de la sociedad panameña, incluyendo a nuestros propios policías e investigadores.
Lo único que cabe en estos casos es que nuestras instituciones pongan a funcionar sus oficinas de asuntos internos, con el fin de realizar las purgas necesarias, porque si no podemos confiar en nuestros propios agentes, entonces tomarse la justicia por la propia mano será una opción cada vez más contemplada.
A nuestros miembros de estamentos de seguridad les enviamos un mensaje de que no traicionen la confianza que los ciudadanos les tienen.