En medio del lodo miré algo bueno. Pequeños pies saltaban al ritmo de murgas y tambores.
La lluvia incesante jugaba alrededor de ellos. Los acompañaban los alegres gritos de los improvisador competidores.
El camarógrafo no les perdía pie ni pisada a los niños que entre el lodo celebraban el triunfo de un panameño.
Me sonreí. Esta escena trajo a mi memoria los recuerdos más gratos. De niña disfruté con mi hermano de jugar y saltar bajo la lluvia. Lo único que el agua de las charcas era más clara. No había tanto lodo.
Mirando la divertida escena pensé, "ojalá que nuestros deportistas no pierdan el entusiasmo a pesar del lodo que a veces tienen ciertas organizaciones deportivas".
Sin embargo, quienes nacieron para brillar ni el lodo los empaña.
Los deportistas panameños merecen ser reconocidos por sus esfuerzos. Muchos se ejercitaron teniendo de aliado el lodo bajo sus pies.
Unidos y organizados pueden ser una fuerza. Vencer las dificultades para triunfar siempre ha sido la tarea.
Claro está, que los gobernantes deben igual promover las actividades sanas. Incluyendo el que los dineros para mejorar la formación de nuestros deportistas sean bien utilizados.
Dirigir y orientar un grupo deportivo debe ser un orgullo.
Los deportistas no tienen límite en su empeño. Ese mismo esfuerzo y disciplina debe demostrar la sociedad y autoridades para motivarlos. Reconocer la humildad con la cual luchan para superar las pruebas de la vida y las competencias. La gloria no se obtiene sin una sólida base. Y los nacionales tenemos mucho por hacer a favor del deporte.
Fascinante es el éxito de Irving Saladino o la leyenda de Roberto Durán y sus antecesores. Sea la disciplina deportiva que sea, bien merece que el lodo no lo cubra.