Hoy unos 126 millones de brasileños acudirán a las urnas para elegir un nuevo presidente y renovar sus entidades parlamentarias federales. Pero la gran incógnita de esta jornada es si el mandatario Luiz Inácio Lula da Silva logrará obtener la victoria en primera vuelta.
Pese a los escándalos de corrupción que involucran a allegados del Gobierno brasileño, de haberse descubierto el pago en sobornos a legisladores y el chantaje a políticos opositores, Lula da Silva parece que hoy recibirá el apoyo mayoritario de la población.
Y es que la fórmula mágica del Gobierno de Lula fue la creación de unos 3.8 millones de trabajos para paliar en parte a la gran masa de desempleados que viven en Brasil. Aunque no logró cumplir su promesa de hacer diez millones de empleos, si pudo constituir la denomina "Bolsa Familiar", en donde los habitantes de los barrios marginados o "favelas" recibieron atención económica y social.
Siendo de extracto humilde y de tendencia izquierdista, el llamado "presidente obrero" que perdió un dedo cuando trabajaba en una fábrica, jamás pecó en caer en la tentación de aplicar medidas extremas contra el capitalismo al mejor estilo socialista, como en el caso de Cuba o Venezuela.
Lula mantuvo el fomento de la industria, el libre comercio y la generación de nuevas empresas dentro del sector privado. Igualmente, Brasil logró con Lula la autosuficiencia energética, al desarrollar con éxito el "Etanol" como combustible para no depender siempre de los vaivenes del crudo.
Por ello, es difícil que el más cercano rival de Lula, el socialdemócrata Geraldo Alckmin, pueda impedir un segundo mandato en fila.