Domingo 20 de sept. de 1998

 







 

 


VIVE EN LA MISERIA Y NO PUEDE RECIBIR RAYOS DE SOL
Melina Santos,la niña que tiene piel de cristal

Vielka Cádiz F.
Chiriquí- EPASA

Con la piel completamente arrugada, brotes vejigosos en todo el cuerpo y sin poder recibir un rayo de sol, en la apartada comunidad de Corozo, en el distrito del Barú, reside en compañía de sus padres y hermanas la pequeña de seis años Melina Santos.

Tras un largo y extenuado recorrido en bus, y luego de atravesar por espacio de 45 minutos un deteriorado camino, encontramos la humilde casita de la pequeña Melina, quien está dentro de un viejo vestido, y con los pies descalzos.

Por ironías de la vida, y como si no bastara con el grave círculo de pobreza que los rodea, la familia García Santos compuesta por cinco personas, ha tenido que enfrentar desde 1992 el desconocido y desesperante mal de Melina.

Y es que de manera repentina, un día la infante, quien en ese entonces contaba únicamente con dos años de edad, tuvo que ser trasladada en condiciones de gravedad, a la sala de urgencias del Hospital Dionisio Arrocha de Puerto Armuelles.

A pesar de su corta edad, Melina enfrentó con gran valentía, la enfermedad que se complicó con un cuadro de diarrea, vómito y fiebre alta; síntomas estos que casi le producen la muerte.

Sin embargo, la niña luchó y ha continuado luchando por sobrevivir, pero el extraño mal la ha perseguido por el resto de su vida.

Fue a partir de esa fecha, cuando a la nena empezó a arrugársele la piel y cuando menos lo esperan tienden a aparecerle las ampollas, las cuales después de un corto período de tiempo se rompen y le causan una desesperante picazón y ardor.

La batalla es difícil, manifestó el padrastro de la menor, Julio García, quien precisó que el mal produce mucha comezón y posteriormente las ampollas.

Ante esa situación y como si la desgracia la persiguiera, Melina vive en una condición similar a la de los prisioneros de las cárceles y, peor aún, ya que ella no puede recibir ni un "rayito solar", porque de inmediato se le arruga completamente la piel y le aparecen las desagradables vejigas.

Como si fuera poco, la pequeña se ha visto impedida de asistir a la escuela, ya que los padres temen por su salud, la cual se tornaría muy delicada si se descuidan.

Con la mirada triste y un tono cabizbajo, el humilde indígena señaló que "en la escuela hay otros niños y lo más probable es que Melina sienta la necesidad de hacer iguales actividades que los demás, como jugar al aire libre, pero ella, lamentablemente no puede hacerlo".

No obstante, reiteró que se sentiría muy contento de que a la niña se le presentara la oportunidad de educarse y por lo menos, aprendiera a escribir.

Aunque de manera permanente tiene que aplicarse el jabón medicado y el ungüento correspondiente, por falta de dinero y un seguro que la ampare, la desafortunada niña no goza de los servicios de salud que requiere.

Tras la permanencia de la enfermedad y la escasez de recursos para cubrir los gastos, el señor y la señora Rodríguez expresaron que en ocasiones los agobia el sentimiento de impotencia y el deseo de abandonar cualquier batalla contra el extraño mal. Pero eso, murmuró, no puede ser, porque es "nuestra hija la que sufre".

"Hasta donde ha estado a nuestro alcance hemos tratado de encontrar el medicamento que cure de una vez por todas a la nena, pero todo el esfuerzo realizado durante largos cuatro años, ha sido en vano", destacó.

Ni la medicina costarricense que le han aplicado, ni la panameña, ha logrado desaparecer el mal y Melina continúa enferma.

En una ocasión, el médico que la atendía le tomó una muestra de sangre para examinarla en Estados Unidos, pero por no contar con un seguro social, no se les ha mencionado absolutamente nada.

Rodríguez explicó que tiene un trabajo en la empresa Palma Aceitera de Barú, donde devenga un salario de 72 balboas quincenales, lo que apenas le alcanza para comprar algunos alimentos de la canasta básica familiar y su familia tenga al menos dos comidas al día.

Con un tono de completa ingenuidad y ante la desesperación por escuchar constantemente el quejido de la niña, ante la picazón que le producen la vejigas, Rodríguez expresó que a veces le aplican algunas pastas que le obsequian los vecinos.

Bajo el dolor que lo embargaba, al ver transcurrir el tiempo sin que su nena se sanara y sin una esperanza de llevarla al médico, el humilde indígena finalizó la conversación con EPASA, solicitando la cooperación de las autoridades de salud, el gobierno y la comunidad en general, para que Melina pueda hacer realidad el sueño de ser atendida por algún médico especialista en la ciudad capital o en el exterior, y así ser sanada.

 

 

 



 

Niegan que Municipio de La Chorrera sea centro político de Gobernadora

ANAM comienza hoy campaña de limpieza en playas chiricanas

Hospital Gerardino De León será un centro de prevención

ANAGAN pide reestructuración del plan económico agropecuario

 

PORTADA | NACIONALES | RELATOS | OPINION | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | VARIEDADES | CRONICA ROJA | EDICION DE HOY | EDICIONES ANTERIORES


 

 Copyright 1996-1998, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.