Domingo 20 de sept. de 1998

 








 

 


Matanza parece ser obra de pistoleros narcotraficantes

México
AP

La matanza de 18 hombres, mujeres y niños en la población mexicana de El Sauzal tiene las características de ser obra de pistoleros relacionados al tráfico de drogas, según indica la evidencia hallada en el lugar y las declaraciones de testigos y policías.

Los asesinos llegaron el jueves en la madrugada en tres camionetas, todos vestidos de uniforme negro y portando fusiles automáticos. Fueron a las casas de tres familias y arrastraron de sus camas a sus víctimas, las obligaron a pararse frente a un paredón y los acribillaron a balazos. Sólo sobrevivieron un niño de 12 años y una joven de 15, ambos en estado de gravedad.

"Los niños dicen que demoró una eternidad, una hora", dijo el comandante de la policía estatal Felipe Pérez Cruz. "Probablemente fueron 15 o 20 minutos".

Se cree que se trata de equipo organizado al servicio de narcotraficantes, buscando venganza contra un presunto traficante de marihuana y sus familiares, por algún acto desconocido contra mafiosos rivales.

Al llegar a El Sauzal tras atravesar una extensa llanura, unos nueve o 10 atacantes salieron de los camiones y se dividieron en tres cuadrillas, una para cada casa.

"Debían conocer a estas familias", dijo Pérez Cruz.

La primera en ser atacada fue la casa de la familia Tovar, donde vive una hermana del presunto narcotraficante Fermín Castro, quien al parecer era el principal objetivo del asalto. A punta de pistola, los atacantes sacaron de su cama a Micaria Jaime Tovar, ocho meses embarazada con su segundo hijo; su primer hijo César, de un año, y otros cuatro familiares.

Una segunda cuadrilla fue a la casa de Francisco Flores Altamirano, yerno de Castro y presunto participante en el tráfico de marihuana. La tercera cuadrilla fue a la casa de Castro.

Usualmente los matones de narcotraficantes no incluyen a familiares en sus ataques de venganza, pero Pérez Cruz opina que los atacantes esta vez estaban "alterados", es decir, posiblemente bajo influencia de narcóticos o irritados. Las víctimas permanecieron un rato de pie, agrupadas en el frío y la oscuridad de la madrugada, las madres abrazando a sus bebés.

Los vecinos recuerdan que fueron despertados por la ráfaga de fuego automático.

 

 

 

 

 

 

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