Lo sucedido con una embarcación que transportaba pasajeros desde Taboga a la ciudad capital pone de manifiesto la falta de vigilancia y control sobre ese tipo de servicio.
Ciento cincuenta personas corrieron el peligro de morir en alta mar. Había pasajeros de Panamá, Europa y Sur América. Gracias a Dios, llegó el auxilio y evitó lo que se convirtiera en la peor tragedia marítima en la historia panameña.
Hace falta mayor vigilancia de los funcionarios de la Autoridad Marítima Nacional. Los pasajeros alegan que no había salvavidas suficientes, tal como obliga la legislación.
Las condiciones mecánicas de la embarcación no eran las mejores. ¿Qué mecanismos se utilizan para la revisión de esas naves y garantizar la vida de los pasajeros?
La mayoría de las embarcaciones que brindan el servicio de transporte de pasajeros hacia las islas y Darién, son viejos cascarones que no cumplen las reglas mínimas de navegación.
Lo sucedido obliga a la Autoridad Marítima a cumplir con su obligación de verificar las condiciones de los barcos que trasladan pasajeros. El que no acata las reglas mínimas de seguridad, sencillamente no zarpa.
Hay que evitar una tragedia. Ignorar lo sucedido, es una irresponsabilidad, por lo que urge poner en vigencia una mejor vigilancia en torno al transporte marítimo interno.