Probablemente hoy las sillas, los pisos y hasta los pupitres tengan algo de polvo. Es obvio, no hubo clases por casi un mes. Así mismo deben estar las mentes de los miles de estudiantes que se vieron afectados por una huelga donde sí hubo un perdedor: Los estudiantes.
Aunque se diga que la lucha obtuvo resultados alentadores para los educadores, hay que reconocer que no es así. La cifra se mantuvo y tuvieron que aceptarla, tal como lo había propuesto el Ejecutivo. Esto fue como la lucha entre padres e hijos pues hay que decir no cuando no hay plata.
No se puede complacer a un hijo con lo que se pide todo el tiempo. Los padres, aunque quisieran, saben que deben mantener un presupuesto familiar. Esto no lo entendían los docentes huelguistas. Al final, no se sabe si alguien pudo traducirlo a un idioma que pudieron digerir para que hoy los chiquillos retornaran a clases.
Este lunes será como la primera vez. Hay que repasar lo que quedó pendiente porque es mentira que los jóvenes estuvieron "pilando" química y matemáticas en casa. ¿Creen que alguien tocó un libro? La inmensa mayoría se dedicó otras cosas, menos estudiar.
¿Qué nos queda ahora? Bueno, lo de siempre, alteración del "estatus quo" durante los próximo sábados para reponer el tiempo perdido. Ahora los días de tranque serán seis días en vez de cinco.
Ojalá todos aprendamos de esta novela porque ya parece parte de la agenda anual que siempre existan los paros, huelgas y cierres de calle, sólo por tratar temas que muy bien pudieron discutirse como ciudadanos de primer mundo, palabrita de la que debemos ir acostumbrándonos si pretendemos salir del orificio negro donde ni siquiera huele a desarrollo.