Después de leer toda una serie de publicaciones descriptivas sobre los logros concretos del gobierno del Presidente Martín Torrijos, tenemos necesariamente que concluir que muchas cosas en Panamá, han mejorado.
No obstante, algo esta pasando en el país, ya que a pesar de que el presidente goza de mayoritaria aceptación, nubes grises están opacando el brillo de su gestión. El presidente no ha logrado fascinar a su pueblo, ni su equipo de gobierno ha podido superar con obras, la angustia que se vive frente a las continuas alzas de precios de factores como el transporte, por un lado y de productos alimentarios como el arroz y los vegetales.
Pero, el problema no pareciera estar en las cosas que se están realizando. Tal como lo afirmara el filosofo canadiense, Charles Taylor, vivimos en una era en la cual la gente se siente en crisis. Y esto se capta de los pocos ataques de la oposición. No hay un sustento ideológico, ni un planteamiento tal, que supere los deseos comprensibles de llegar nuevamente al poder.
Por lo tanto, todo apunta a que para los ciudadanos, resultaría mas importante si se esta o no cumpliendo las promesas que se hicieron en campana. Algo parecido a otras experiencias latinoamericanas, como el de Lula Da Silva, en Brasil.
El gobierno no debe percibirse como algo demasiado lejos de sus vidas cotidianas. Hay que fortalecer los canales de dialogo entre la dirigencia del Partido Revolucionario Democrático, que se comporta con el ciudadano común, en forma distinta cuando esta en el poder. Por eso no extraña que la oposición, quiera utilizar la aprobación de la ampliación del canal, como un instrumento de evaluación de los dos anos de gobierno. Algo parecido cuando hace un ano, se rechazo la constitución europea. Los holandeses encuestados aseguraban que votarían en contra porque el costo de la vida se hizo imposible con el euro, en circunstancias que el euro no estaba en juego.