"Ya no quiero creer en Dios pues si existe, a mi no me atiende ni me hace caso. Hace mucho tiempo que le he pedido me ayude en mi problema y no veo respuesta. Y si me doy cuenta que, a personas que no creen en El, si se les resuelven problemas similares a los míos, así que tengo serias dudas de la existencia de Dios, muchas veces me siento tonto e ingenuo creyendo en Dios y me pregunto si no es una invención del hombre en su necesidad de creer en alguien superior a quien atribuirle lo inexplicable y en quien tener esperanzas en el dolor. Hasta ahora me he dolido de mi pecado y me he abstenido de hacer cosas que llaman mi atención y me seducen pero que "ofenden" a Dios, y ahora me pregunto si realmente vale la pena pues mucha gente lo hace, "disfruta de la vida" y les va mucho mejor que a mí. ¿No crees que sea demasiado absurdo de mi parte el esperar en Dios, y que deba esforzarme por mi mismo para que me vaya mejor en la vida sin restringirme de nada?"
Estoy seguro que pensamientos como el anterior ocupan o han ocupado tu mente alguna vez, y debo decirte que no eres la única persona que se ha sentido así. Generalmente, cuando se piensa de esta manera es cuando se llega al punto de la desesperación y angustia por la necesidad de satisfacer algo especifico sin respuesta. En momentos así pasamos por alto los momentos que en el pasado se ha sentido la clara presencia de Dios y su intervención divina en situaciones muy importantes en el pasado.
En cada caso particular (el tuyo por ejemplo) hay bendiciones presentes y pasadas que en medio de la angustia y desesperación no se ven con facilidad, sin embargo bien vale la pena hacer el esfuerzo para darse cuenta que Dios sigue presente y que no se olvida de sus hijos ni los abandona.
Si aún piensas cansarte de Él y creer que llevando una vida libre es la solución, no lo hagas brother. Estás equivocando la ruta que conduce a la vida eterna.