Endulzarse la vida... El hombre, desde el principio de los tiempos, es goloso. Hay excepciones, pocas de modo voluntario, más de tipo patológico, como los diabéticos; pero la norma general es la afición a los sabores dulces.
Tal vez por ello, la historia del azúcar es tan apasionante, incluida la tragedia humana -el tráfico de esclavos de Africa a América- que originó su implantación en el Caribe.
Hoy el azúcar, algo sin lo que se puede vivir perfectamente -la inmensa mayoría de los seres humanos no comió azúcar hasta el siglo XVI-, es para nosotros un ingrediente habitual en nuestra despensa, tanto que apenas le damos importancia.
LO DULCE GUSTA A TODOS
Nos gustan los dulces. Y debe de ser un gusto innato, porque a los niños pequeños les encantan, les gustan más que cualquier otra cosa. Al fin y al cabo, nuestra lengua sólo reconoce cuatro sabores: dulce, amargo, salado y ácido, y es lógico que, en principio, prefiramos lo dulce. Para muchos, "postre" es sinónimo de "dulce". Bueno será, pues, ofrecer hoy a nuestros lectores un postre dulce, y al mismo tiempo sencillo.
Y AHORA, HAGAMOS UN BIZCOCHO
Qué ama de casa no sabe hacer un bizcocho... Pues de eso se trata, de un bizcocho historiado, que en España se conoce, vaya usted a saber por qué, como "brazo de gitano"; nombre para el que, tras consultar viejos libros españoles de cocina, no he sido capaz de encontrar una explicación coherente. Pero sí una receta convincente. Vamos con ella.
Ante todo, la crema. Mezclen en un cuenco de cristal dos yemas de huevo, con tres cucharadas soperas de azúcar, una de harina de maíz (Maizena) y una tira de piel de limón, sin la parte blanca. Pongan la mezcla en un cacito y llévenlo al fuego, batiendo sin parar, hasta que rompa a hervir; dejen cocer esta crema unos minutos, retírenla del fuego, añádanle un poquito de mantequilla y déjenla reposar.
Vamos con la base, el bizcocho. En otro cuenco, grande, pongan cinco huevos y bátanlos un par de minutos con varillas eléctricas; si no las tienen, batan primero las claras y añadan con cuidado, y batiendo, las yemas. Añadan 125 gramos de azúcar blanca y sigan batiendo hasta que el volumen de los huevos crezca como cuatro veces, más o menos. Entonces, añadan la misma cantidad -125 gramos- de harina, dejándola caer como lluvia y mezclando bien con una espátula.
Engrasen un papel de horno con mantequilla y espolvoréenlo con harina; pongan encima la masa del bizcocho y extiéndanla bien. Háganlo unos diez minutos a horno moderado, que previamente habrán calentado.
Extiendan la crema en el centro del bizcocho y enrollen éste sobre sí mismo. Espolvoreen su superficie con azúcar y canela y métanlo en el frigorífico, envuelto en papel film para que mantenga una bonita forma ovalada, hasta el momento de servirlo, operación que harán cortándolo en rodajas.
Pueden, si lo prefieren, ahorrarse la confección de la crema y rellenarlo con nata, o con alguna confitura. Y también pueden ponerle dentro las frutas que prefieran: bananas, kiwis, fresas... jugando con los colores para que quede bien bonito. Pero la receta básica es, por sí sola, toda una invitación a endulzarse la vida...como proponía Mary Poppins cuando recomendaba "a spoonful of sugar" para poder tragar una medicina amarga. |