El arroz, plato principal del pueblo panameño ha sufrido una nueva alza en sus precios. Sin duda que es un fuerte golpe al bolsillo de los hogares del país, porque hablamos del producto de mayor consumo entre la población. Ya la libra se vende en las tiendas a 50 centésimos la libra.
Lo peor de todo que se disparan los precios y nadie le brinda una explicación al pueblo, salvo el consabido cuento de la oferta y la demanda. La ley que creó la Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia, permite al Ejecutivo congelar temporalmente los precios de productos de alto consumo de la población, pero nadie hace nada.
Se estima en 183 libras el consumo anual per cápita. De entre los productos agropecuarios, el arroz representa transacciones anuales por el orden de los 50 millones de balboas. El tema envuelve un número grande de productores, molineros y sobre todo a una gran masa de consumidores.
El gobierno debe buscar los mecanismos para evitar que los precios de productos básicos registren incrementos excesivos, porque ese puede ser un detonante frente a un pueblo que mansamente ha soportado toda clase de aumentos.
Si bien es cierto que los insumos para la producción del arroz, así como el combustible para movilizar la maquinaria que se utiliza en la actividad, registran incrementos sustanciales, ese aumento se queda en los intermediarios. Aparte del arroz, el costo de vida sube incontrolable, la Canasta Básica aumenta cada mes en porcentajes que antes no se daban.
Las autoridades no se inmutan y culpan de todo al vaivén natural del libertad de mercado, reglas de la economía que la población nacional pobre no entiende.
Desde hace rato se juega con la paciencia de un pueblo que en cualquier momento despertara.