A lo largo de la historia varios gobernantes no han vacilado en hacer mofa de la Constitución y las leyes para servirse ellos y las respectivas fuerzas políticas gobernantes, del ejercicio del poder. Cada vez es más claro que hemos estado gobernados en forma sistemática por la clase político-partidista, en beneficio de ésta, quedando el bien común y el interés general como prioridad lejana.
Uno de los pilares de las repúblicas modernas es la Constitución, que establece el contrato social entre gobernantes y gobernados. Otro fundamento es el Estado de Derecho: el respeto por la Constitución y las leyes, de parte de nosotros los ciudadanos y gobernantes, es primordial. Otro es la separación de poderes: el ejecutivo administra, tiene la fuerza para hacer cumplir las leyes y nos representa internacionalmente. El legislativo elabora las leyes que han de encarnar los valores de la República, y el poder judicial administra justicia y verifica que tanto nosotros, como los funcionarios, cumplamos las leyes.
Sabemos que varios diputados no representan al pueblo, como ordena la Constitución, sino generalmente a mezquinos intereses personales y políticos. Los diputados tienen la obligación ética y moral de votar de acuerdo a su conciencia y en atención a la voluntad y beneficio de aquellos a quienes deberían representar, no de acuerdo a intereses o a las órdenes que reciban de palacio o del partido.
Sucede que hemos estado gobernados en ocasiones por gobiernos absolutos que ordenan en qué línea han de votar miembros del legislativo y que, gracias a su "mayoría automática" en la Asamblea, persiguen asegurar también el control político de la Corte, con aviesos e insospechados intereses.
A finales de año el Presidente Torrijos tiene la oportunidad de demostrar lo contrario, mediante la designación de dos personas que cumplan con el perfil esperado, para las magistraturas que quedarán vacantes en la Corte Suprema de Justicia. De hacerlo, habrá prestado uno de los mejores servicios hacia el fortalecimiento democrático e institucional panameño.