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Bomba

Milciades Ortíz | Catedrático

Milciades Ortiz

Pensamos que se trataba de un simulacro o ensayo. Por eso nos quedamos remolones en nuestros asientos.

Pero el funcionario algo nervioso insistió ¡"desalojen de inmediato!".

Supimos poco después que se había recibido una amenaza de bomba en una llamada telefónica.

Algunas personas de secretaría se pusieron nerviosas. Yo comencé a salir de la Facultad de Comunicación con desgano.

Tenía todo organizado para dar mi clase esa mañana del jueves seis de septiembre. Aunque muchos no lo crean, a mí me gusta mi trabajo y me molesta perder clases...

De inmediato se dieron una serie de acontecimientos, algunos de los cuales tenían humor. Es que el panameño hace chistes de cualquier cosa...

Primero de dijo entre risas, que a lo mejor era una llamada de un alumno que no quería hacer exámenes. Le preguntaban a los profesores si pondrían examen en ese momento.

Yo sí tenía programado un examen, así que varios señalaron que el amenazador debía ser alumno mío. Repliqué diciendo que el examen era fácil...

Luego de media hora de estar sentados y dando vuelta por los alrededores de la Facultad, varios dijeron que si explotaba la bomba nos afectaría por estar pegaditos a nuestro lugar de trabajo.

Pocos quisieron dejar sus cómodos asientos en muros y bancas.

De repente abren la puerta y dejan pasar a dos funcionarias de la Facultad. Venían molestas porque nadie les avisó de la bomba.

Cuando el encargado de Seguridad dijo que traería perros para olfatear la bomba, se me ocurrió una "tiradera de pelo".

Fui serio adonde estaban los alumnos y les dije: "van a traer unos perros para buscar la bomba, así que boten cualquier marihuana que tengan en sus bolsillos, porque se las pueden encontrar".

Varios alumnos se rieron y otros se quedaron muy serios.

Recordé que cuando fue Decano, del año noventa y uno al noventa y cuatro, se recibieron varias amenazas de bombas por teléfono.

Alguien sugirió en ese entonces que se trataba de personal de Secretaría que quería el día libre.

La última vez que me llamaron gritando bomba, mandé para....(ya ustedes saben dónde) al terrorista anónimo. ¡Y se acabaron las falsas alarmas!

Da risa a quienes le achacaron la llamada esta vez. Dijeron que eran amigos de Noriega, que debían ser de la Oposición, o gente que respalda la elección de Pedro Miguel en la Asamblea.

Al final, los perros no encontraron bombas... los que desaparecieron fueron los estudiantes que no querían recibir clases...



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