General cree que Allende intentó "lavarle el cerebro" antes del golpe

Santiago de Chile
EFE
El general Augusto Pinochet cree que el presidente socialista Salvador Allende intentó "lavarle el cerebro" antes del golpe de Estado que encabezó en 1973 para derrocarlo, según revelaciones de un libro con entrevistas inéditas que se publicará en breve. El ahora senador vitalicio, quien se encuentra detenido en Londres desde hace casi once meses por orden del juez español Baltasar Garzón, hizo esta confesión en un libro que la periodista María Eugenia Oyarzún editará en los próximos meses, de acuerdo con un adelanto publicado ayer por el diario chileno La Tercera. "Estas reuniones que (Allende) tenía conmigo eran para intentar lavarme el cerebro. Se paseaba conmigo en el salón grande hablándome siempre de la tristeza y de los pobres. Siempre trataba de concientizarme (sic) y que pensara como él", afirmó Pinochet. Señaló que su mujer, Lucía Hiriart, le recomendaba que en estas reuniones no bebiera nada por temor a ser drogado. Allende nombró a Pinochet comandante en jefe del Ejército el 23 de agosto de 1973, sólo 19 días antes del golpe militar que Pinochet encabezó para hacerse con el poder. "Yo lo encontraba un farsante, a pesar de todo lo que sabía, pero como era mi superior me quedaba callado, porque nunca he hablado mal de un superior", sostuvo. El general reconoció que Allende siempre lo trató con mucha deferencia y respeto, pero agregó que él sabía que por detrás el presidente decía: "este milico se lleva pensando en puros juegos de guerra no más". Allende "era un hombre muy atento, muy caballero, pero ese era su disfraz solamente. El hacía lo que quería, siempre que estaba con uno pedía que le trajeran un whisky", señaló. En el libro, el general da detalles sobre los preparativos del golpe y asegura que le anunció al entonces ministro de Defensa, Orlando Letelier, que se iba a acuartelar, y que éste no respondió. Letelier fue asesinado en Washington en 1976 por un comando de la policía política de Pinochet. Después de la asonada, confesó, fueron a hablar con él Patricio Aylwin, que posteriormente llegó a presidente (1990-94) y Eduardo Frei Montalva (padre del actual jefe de estado), que ya lo había sido entre 1964 y 1970, y ambos le propusieron que las Fuerzas Armadas se mantuvieran en el poder durante cinco años y después convocaran elecciones. El general declaró que algunos políticos, que esperaban asumir el gobierno después de su muerte, "instigaron" el atentado que sufrió el 7 de septiembre de 1986, del que salvó ileso. Sobre los derechos humanos, se manifestó partidario de "continuar aplicando la ley de amnistía" para olvidar y no seguir "con la maroma", ya que "nadie desea volver" al principio para crear problemas. Consultado sobre la investigación que entonces empezaba en Madrid sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas durante su régimen, lo consideró "absolutamente improcedente y además injusto", y preguntó por qué los españoles no enjuician mejor a Fidel Castro. María Eugenia Oyarzun fue embajadora ante la ONU durante el régimen militar que encabezó Pinochet en Chile entre 1973 y 1990, y basará su libro en más de 50 horas de entrevistas realizadas al general entre 1995 y marzo de 1998, cuando éste dejó el Ejército en cumplimiento de una decisión constitucional para luego pasar a ser senador vitalicio.
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