Para sorpresa de todos hoy día, Luis Suárez tiene un pie en el banquillo de La Roja. Pero esta decisión, de concretarse, traería la más grande polémica deportiva porque implica a la selección nacional. Bien lo ha hecho saber el Presidente Martinelli, es un tema de Estado.
Pero lo que es un tema de Estado o mejor dicho del país, parece manejarse como una trama de telaraña. Primero, Suárez, un profesional que está sin trabajo, llega sorpresivamente al país creando un clima de madrugonazo. Además, implícito, tiene el descrédito y la mala actitud de una parte del G-9 contra una gloria nacional, Julio Dely Valdés.
Suárez no tiene la culpa del clima de intranquilidad que genera su posible fichaje. Los pesos pesados del banquillo panameño, Blas Pérez, Felipe Baloy, Gavilán Gómez, Ruso Barahona, entre otros, han demostrado su total apoyo a Julio.
Las encuestas de este medio han sido categóricas en su portal web, la afición está con el ídolo. Claro, si se iba a dejar a Julio por fuera, debió ser por un técnico de gran nivel, como quería la mayoría. Por eso, Alfio "Coco" Basile tuvo un plus, y aún así, fue rechazado. Ahora, Suárez, que con su respeto, no tiene el nivel del boquense ni de Erickson, ni de Bora Milutinovic, llegaría sin mayor crédito que una clasificación mundialista con Ecuador a la que el "Bolillo" Gómez abrió el camino. Hasta Alexandre Guimaraes, dos veces mundialista, tiene más hoja de vida.