En que habrán quedado las pesquisas acerca de los crímenes de dos marinos hondureños Carlos López y Juan Fonseca, asesinados hace varios meses en nuestro país.
Por ahora poco se sabe acerca de este tenebroso caso, pero es bueno refrescar un poco la memoria de muchos.
Ambos marinos Carlos López y Juan Fonseca, fungían como tripulantes de la embarcación "Sucry O".
De acuerdo con un informe que manejaba el entonces Fiscal Primero de Drogas, Rosendo Miranda, este funcionario ordenó la detención preventiva de otro individuo llamado José Crispiliano Sánchez, mediante resolución escrita y fechada 15 marzo del 2004.
Los motivos eran sencillos, su arresto se decretó en razón de la existencia de una organización criminal "cuyo centro de operación eran las provincias de Chiriquí y Bocas del Toro".
Este grupo efectuaba sus operaciones bajo la fachada de dedicarse a actividades relacionadas con el transporte marítimo de carga, especialmente mercadería seca y combustible.
Pero aquí no termina esta terrible historia de miedo y terror, pues el 3 de marzo del año 2004 se captura al ciudadano hondureño Domingo Pineda Quintanilla, en operativo realizado en el sector Paso Canoa, Chiriquí, quien luego de ser interrogado por las unidades policiales manifestó que "él era tripulante de la embarcación Sucry O y se había enterado de que dos de sus amigos" López y Fonseca habían sido encontrados decapitados.
Tras ampliar sus declaraciones, Pineda Quintanilla manifestó que formaba parte de la tripulación de la embarción Sucry O, al igual que los ciudadanos Carlos López-q.e.p.d., Juan Fonseca-q.e.p.d, Gabriel Andreve, César García y José Sánchez, entre otros, y que para la fecha del 1 de febrero del año pasado realizaron un viaje a Puerto Morelos, Méjico.
Durante ese viaje fueron abordados por una lancha rápida que descargó en la embarcación "Sucry O" cierta cantidad de sustancias ilícitas.
Para colmo, los narcóticos deberían ser entregados en Méjico, que al llegar a Puerto Morelos, "no pudieron hacer entrega de la droga debido a que las personas en recibir la mercancía no se encontraban preparadas".
Tenía que ocurrir, lo que finalmente aconteció, por lo que tuvieron que "retomar 24 horas hacia atrás, pero en dicho retorno fueron abordados por los guardacostas norteamericanos, que iban a abordar la embarcación, pero por el mal estado del tiempo no pudieron lograrlo; al verse en esta situación el capitán del barco reunió a todos los tripulantes y les manifestó que deberían deshacerse de la droga, y fue entonces cuando "todos los integrantes de la nave parten los sacos con las sustancias ilícitas y los arrojan al mar y posteriormente lavan el barco para no dejar evidencias de lo que allí había ocurrido".
De acuerdo con una pericia realizada por el Servicio de Guardacostas de los Estados Unidos, cuyo informe les fue remitido el 6 de abril, las cuales indican que las muestras "que fueron levantadas por miembros de la Policía Nacional, el día 16 de marzo en diferentes partes del barco, incluyendo la parte frontal de la nave, lugar éste donde, que según lo declarado por Pineda Quintanilla, se habían depositado los sacos contenidos de los paquetes con las sustancias ilícita y dieron resultado positivo para la presencia de iones con cocaína", reveló un informe oficial.
En medio de todo este lío, se le toma declaración indagatoria a José Crispiliano Sánchez Quirós, pero éste niega que existiera droga en esa embarcación y mucho menos que hayan parado durante el camino, que llegaron a Morelos como el 14 de febrero y luego se regresaron a Panamá, por defectos en la máquina, llegando el día 22 de febrero aproximadamente.
Pero el destino le hizo una mala jugada a los hondureños Carlos López y Juan Fonseca, pues los narcotraficantes no perdonan y mucho menos si hay algunos que se hacen los locos y les "tumban su mercancía".
Por tal razón, los dos marineros centroamericanos terminaron secuestrados y decapitados y sus cuerpos sin vida encontrados en Paso Canoa, en clara señal de que con los narcos no se juega.
Por ahora el caso sigue en un misterio más.