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La Varicela y las ampollas tienen el mismo origen

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Redacción
Crítica en Línea

La neuralgia postherpética (NHP) consiste en un dolor persistente que aparece después de que un sarpullido o una ampolla que se ha curado. Normalmente la NPH desaparece al cabo de un año, aunque en algunas personas el dolor puede durarles toda la vida.

De las opciones disponibles para calmar este dolor, los antidepresivos tricíclicos son probablemente los fármacos más utilizados para combatirlo. Las investigaciones realizadas han demostrado que pueden reducir ciertos tipos de dolor - una ventaja añadida a sus efectos antidepresivos. Sin embargo, no hacen el mismo efecto en todas las personas, quizá para disminuir óptimamente el dolor sea necesario tomarlos solamente si se está tomando otro tratamiento, o si otro tratamiento ha sido descartado.

El Virus Zoster de la Varicela (VZV) ocasiona dos enfermedades distintas - la varicela, y el zoster, también conocido como ampollas y herpes zoster. A los 30 años casi todas las personas han sido infectadas alguna vez por este virus tan común. La primera vez que las personas han sido infectadas por el VZV, desarrollan la varicela. Normalmente el sistema autoinmune controla el virus aunque no puede erradicarlo. Una pequeña cantidad de dicho virus permanece inactivo dentro de ciertas células nerviosas - las neuronas de los ganglios basales. En casi el 15% de tales casos, el VZV se reactiva años después, aunque en esta ocasión lo hace en forma de ampollas.

Al reactivarse, el virus comienza a reproducirse y a moverse a lo largo de los nervios sensoriales que abastecen determinadas zonas de la piel. El resultado es un sarpullido de la piel producido por un nervio infectado. El sarpullido se limita casi siempre a la zona del pecho o a la espalda o quizá a un solo lado de la cara. Si comienzan a surgir pequeñas pompas de color rojo, al cabo de los dos días éstas se convertirán en ampollas llenas de líquido, y entonces empezarán a reventar a los siete o diez días. El sarpullido casi siempre pueden ir desde un leve picor o cosquilleo a un dolor intenso. Si no se sabe, la presencia de líquido en la piel advierte de la presencia de alguna ampolla. En raras ocasiones, el dolor sucede sin sarpullido, en este caso estamos ante una enfermedad conocida por “zoster sine herpete”.

Casi siempre las ampollas atacan a las personas mayores. Las personas con más de 60 años tienen de 8 a 10 veces más de probabilidades de desarrollar ampollas que los jóvenes. Aquellos que han tenido varicela antes del primer año de vida tienen más posibilidades de padecer ampollas antes de que cumplan los 60.

Es muy extraño que las ampollas representen una amenaza mortal y normalmente desaparecen al cabo de tres o cuatro semanas. Es posible que queden cicatrices o cambios en el color de la piel después de curadas, aunque por lo general desaparecen con el tiempo, es posible que no desaparezcan completamente.

Hay tres clases diferentes de dolor en la NPH y puede darse el caso de pacientes que experimenten los tres. El primero es un dolor continuo que a veces ha sido descrito como una quemazón muy dolorosa. La segunda clase es un dolor intermitente y punzante que puede alcanzar gran intensidad. Por último, una enfermedad llamada allodinia que origina que la piel sea mucho más sensible a la ropa o a las sábanas de la cama - o incluso a una ligera brisa - provocando con ello un efecto multiplicador del dolor. Aunque la NPH normalmente disminuye gradualmente y en la mayoría de los casos generalmente desaparece al cabo de meses o años, en algunos casos el dolor nunca se va del todo.

El tratamiento normalmente puede disminuir el dolor de la NPH, aunque sus efectos positivos pueden tardar semanas antes de que se noten. Probar y fallar es a veces la metodología idónea hasta dar con el tratamiento adecuado capaz de acabar con el dolor.

Los antidepresivos tricíclicos son los medicamentos más conocidos y estudiados en el tratamiento de la NPH. Prescribir antidepresivos para las molestias causadas por el dolor no significa que el médico crea que la enfermedad tenga un origen psicológico. Los estudios hechos hasta el momento han demostrado que esos fármacos tienen propiedades que controlan el dolor independientemente de sus efectos específicos. Parece que estos fármacos son eficaces en casi la mitad de los casos, aunque a pesar de esta eficacia, los efectos secundarios tales como la sedación, sequedad en la boca y baja presión sanguínea pueden hacer que algunos pacientes busquen otras opciones.

Algunos fármacos anticonvulsivos (gabapentin, carbamazepina, fenitoin y ácido valproico) también contribuyen a controlar el dolor la NPH, particularmente el dolor agudo y punzante.

Un estudio dirigido por el doctor Michael Rowtbotham y sus colegas investigadores de la Universidad de California en San Francisco, comparó los efectos del gabapentin y de un placebo en pacientes con NPH. Después de ocho semanas, el dolor se había reducido en intensidad en casi un tercio de los 89 enfermos que recibieron gabapentin, en una escala de 11 puntos el dolor había descendido de media desde los 6.3 puntos hasta los 4.2. Las otras 95 personas que tomaron placebo apenas si notaron un leve descenso del dolor. La mejoría fue grande o moderada en el 43% de las personas que recibieron gabapentin, comparada con el 12% de los que tomaron placebo. Las conclusiones de esta investigación fueron publicadas en el número de diciembre de 1998, de la revista especializada Journal of the American Medical Association.

A veces y si se combina con otros fármacos orales aplicar lidocaína o capsaicina en la piel puede ser muy eficaz. El gel de lidocaína puede ser aplicado bajo el vendaje, aunque el proceso puede ser molesto e incómodo. Es más práctico el parche de lidocaína que se comercializó en los Estados Unidos en 1999. Aplicado en forma de crema, la capsaicina (un extracto de la pimienta picante) ha demostrado ser un remedio con éxito para paliar el dolor de la NPH. La crema aplicada de tres a cinco veces al día, puede tardar semanas antes de que sus efectos se perciban y quizá las molestias asociadas sean mayores al principio del tratamiento.

Otros tratamientos -tales como estimulación nerviosa eléctrico transcutánea (ENET), la terapia de relajación, analgésicos, narcóticos, calmantes del dolor, esteroides, anestésicos, bloques de hielo y método bionatural-quizá proporcionen cierto alivio para algunas personas. Las técnicas quirúrgicas que interrumpen la transmisión de señales de los nervios afectados al cerebro son consideradas por lo general como la última medida. La NHP puede afectar gravemente a la calidad de vida, y puede llegar a ser muy difícil de curar. Además, se está buscando la mejor forma de tratar la enfermedad y por ello hay un interés creciente en investigar de qué modo puede prevenirse la NPH. Actualmente el método más rápido y que más ventaja reporta es lograr que las ampollas sean tratadas lo más rápidamente posible antes de que los síntomas aparezcan.

Otro medio de disminuir la gravedad y la duración de las ampollas son las sustancias antivirales aciclovir, fanciclovir y valaciclovir dentro de las 72 horas de los primeros signos del sarpullido. También parece que dicho tratamiento reduce la posibilidad, la gravedad y/o la duración de la consiguiente NPH.

Algunas investigaciones sugieren que los tratamientos que ayudan a controlar el dolor de las ampollas más graves (como los antedepresivos) quizá minimicen los cambios de los nervios que son los responsables de la continuidad del dolor de la NPH. Por consiguiente, controlando el dolor durante la fase aguda de las ampollas no sólo se proporcionaría un alivio inmediato sino que también serviría para evitar futuras molestias.

 

 

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Casi siempre las ampollas atacan a las personas mayores. Las personas con más de 60 años tienen de 8 a 10 veces más de probabilidades de desarrollar ampollas que los jóvenes. Aquellos que han tenido varicela antes del primer año de vida tienen más posibilidades de padecer ampollas antes de que cumplan los 60.

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