FAMILIA
Mi marido me golpea, pero igual lo quiero

CNN
Recorrido por las raíces sociales, familiares y psicológicas de la violencia en la pareja. Sometidas a golpes, insultos y violaciones cotidianas, las mujeres maltratadas que, según estadísticas internacionales, en algunos países constituyen la mitad de la población femenina- pueden tardar largos años en reaccionar. Silvina Saa, coordinadora del Equipo de Asistencia a la Víctima de Violencia Conyugal, en Buenos Aires, Argentina, propone alternativas para romper un círculo de miedo y dolor que compromete a toda la familia, incluidos los hijos. Según la Organización Mundial de la Salud, el mapa de la violencia doméstica contra la mujer está globalizado y alcanza el grado de epidemia. ¿Cómo se explica que millones de mujeres en todo el mundo sigan siendo víctimas de maltrato por parte de sus parejas? La violencia conyugal tiene raíces sociales, psicológicas y familiares. En muchas sociedades, el varón se arroga el poder de manejar a la mujer y pretende que ella haga lo que él quiere. Para ella es muy difícil oponerse a un mandato social tan arraigado. A este factor cultural se suma, en el caso de los golpeadores, una historia familiar de violencia. Entre 80 y 85% de los hombres maltratadores fueron víctimas de algún tipo de violencia durante su infancia y repiten este modelo con su pareja e hijos. En las mujeres la experiencia previa de escenas violentas hace que las tomen con naturalidad. De hecho, aquellas que no sufrieron este maltrato tardan mucho menos en reconocer la violencia conyugal y salir de ella. ¿Esto significa que una trayectoria personal plagada de insultos, golpes y desvalorizaciones le impide reconocer estos comportamientos como inadmisibles? Así es. Para ella la violencia es parte del vínculo normal. A veces busca un hombre que la domine, tal vez sin darse cuenta que lo está haciendo. Otras veces no puede ver la conducta violenta en la pareja y en lugar de aceptar que es un maltratador lo justifica diciendo que está muy nervioso. O cree que va a cambiar y sinceramente espera que lo haga, aunque pasen años y la situación sólo tienda a cronificarse o agravarse. El punto es que después de una escena de violencia es habitual que el hombre entre en un período de arrepentimiento, pida disculpas, seduzca... ¿Estos altibajos responden a un tipo particular de personalidad? No hay un único tipo de maltratador, aunque el denominador común es que creen que tienen poder o pretenden tenerlo, porque esto no es sino un juego de poder para someter al otro. La mayoría tiene una doble fachada. En su casa son déspotas terribles que descalifican y humillan constantemente; pero afuera se muestran seductores y amables. Entonces es muy difícil dar crédito a la versión de la mujer y a su eventual denuncia. Es un estilo de manipulación que siembra miedo y paraliza. Por eso nosotros recomendamos a la mujer que no se encierre y que cuando se produce el hecho violento grite, abra una ventana o llame a algún organismo especializado, que generalmente cuenta con apoyo psicológico y asesoría legal, para concretar la denuncia porque el maltrato es un delito. Es fundamental que esto salga de las cuatro paredes de la casa, porque es una de las puntas que permiten cortar un círculo muy complicado, que se puede perpetuar en los hijos. ¿Cómo se traduce en ellos el ser testigos de esta violencia familiar? Algunos quedan paralizados en el rol de víctimas y otros se ubican en el lugar opuesto. Cuando la relación de pareja se termina y el padre se va de la casa hay chicos que asumen esa misma actitud violenta y agresiva. En todos los casos, es indispensable que los hijos puedan hablar sobre toda la situación familiar y encontrar su propio lugar. Ni el de víctima ni el de victimario, sino un tercer lugar que sea el de ellos mismos. Romper con juego de dominador-dominada y encontrar su propio lugar parece ser un objetivo que atraviesa la historia de la liberación femenina. Y afortunadamente hoy está acompañada por numerosas instituciones internacionales y movimientos de mujeres en todo el mundo que están intentando revertir el mapa de la violencia doméstica hacia la mujer.
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