El robo de un centenar de kilos de cocaína de los depósitos de la Policía Técnica Judicial (PTJ), pone en entredicho los controles establecidos en esa agencia de investigación para evitar situaciones de esa índole.
No es posible que funcionarios que deben reprimir el narcotráfico se roben la droga incautada, para luego comercializarla ellos. Actos de corrupción como éstos no se pueden tolerar.
Panamá, como país de tránsito, siempre será puente de la cocaína y otras drogas producidas en Sur América, que tienen como destino el mercado norteamericano y europeo. Eso hace que cada año se capturen toneladas de narcóticos y por ende se requiere un adecuado sistema de control para evitar hechos como los que hoy día involucra a varios detectives corruptos.
En varios países, cuando se captura un alijo de cocaína se destruye y sólo se deja una pequeña muestra como prueba para sustentar la investigación.
Hace años el gobierno de Alemania donó a Panamá un incinerador para destruir la cocaína incautada. Problemas con la capacidad del equipo y aspectos ambientales dieron al traste con esa iniciativa, por lo que se persiste en el sistema obsoleto de acumular droga en un depósito y luego cada cierto tiempo se destruye en el vertedero de Cerro Patacón.
Lo ocurrido en la PTJ debe alertar a las autoridades antinarcóticos para buscar nuevos procedimientos de destrucción y evitar que se repitan hechos bochornosos como los que hoy se investigan.