El presidente de Bolivia, Evo Morales, ratificó esta semana a todos sus ministros, a pesar de crecientes quejas y protestas en muchos sectores y del estancamiento de su política estrella, la nacionalización de los hidrocarburos.
"No vengo aquí a hacer rodar cabezas", explicó antes de escuchar las evaluaciones, que terminarán ayer a puerta cerrada en un hotel situado junto al lago Titicaca, cerca de la frontera con Perú, con 15 ministros, 45 viceministros y otros altos cargos estatales.
"Esta reunión no es para pedir renuncias, sino para evaluar el trabajo de cada uno y corregir los errores", agregó el presidente boliviano. Antes, tuvo otro cónclave de evaluación en la ciudad central de Cochabamba, con los líderes de 30 sindicatos y organizaciones sociales que conformaron el partido de gobierno, el MAS.