La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible se lleva a cabo apenas 20 meses después de que le diéramos la bienvenida al nuevo siglo. A pesar de los relatos e imágenes de aflicciones que leemos en nuestros periódicos y vemos en nuestras pantallas de televisión, esta es una época de grandes oportunidades para expandir la paz, la prosperidad y la libertad. La propagación de la democracia y las economías de mercado, combinada con los avances de la tecnología, nos permiten soñar con un día en que, por primera vez en la historia, la mayoría de la humanidad estará libre de la devastación de la tiranía y la pobreza.
Pero el desarrollo sostenible es también un imperativo de seguridad. La pobreza, la degradación ambiental y la desesperación son destructores de gente, de sociedades, de naciones. Esta trinidad non santa puede desestabilizar países, incluso regiones enteras. Hace una década, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Ambiente y el Desarrollo que tuvo lugar en Río de Janeiro, Brasil, 172 países aprobaron un plan de acción de gran alcance para lograr el desarrollo sostenible en todo el mundo.
Por ejemplo, a lo largo de última década la proporción de gente que en los países en desarrollo lucha por sobrevivir con menos de un dólar diario, ha bajado del 29 al 24 por ciento. La mortalidad entre los bebés ha declinado más del 10 por ciento, y la mortalidad entre los niños menores de cinco años es cerca de 20 por ciento menor.
Los países que han abierto sus economías han funcionado mejor que aquellos que siguieron cerrados. Un estudio del Banco Mundial encontró que en el curso de la década de los 90, los 24 países en desarrollo que aumentaron su comercio e inversión mundiales aumentaron también su ingreso per cápita mucho más que aquellos que no lo hicieron - en realidad, seis puntos porcentuales más.
Pero si bien hemos avanzado a lo largo del camino hacia la esperanza, tenemos mucho que recorrer en un mundo donde una persona de cada cinco sufre todavía pobreza extrema, donde las probabilidades de que un bebé llegue a la edad adulta dependen todavía del lugar donde nació, y donde la tala ilegal devasta todavía los bosques.
Necesitamos que los gobiernos, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil, individualmente y en asociaciones, trabajen en apoyo de la satisfacción de estas necesidades humanas apremiantes. Estados Unidos se ha comprometido a construir un mundo donde los niños puedan crecer libres del hambre, la enfermedad y el analfabetismo. Un mundo donde todos los hombres y mujeres puedan alcanzar su potencial humano libres de discriminación racial o sexual. Un mundo donde todos puedan disfrutar la riqueza de un planeta variado y saludable. Y un mundo de esperanzas materializadas para todos los hijos de Dios. |