En los albores del deporte moderno las mujeres fueron relegadas a un papel secundario, a pesar de que, en la antigüedad griega, se celebraron juegos femeninos...A diferencia de hoy, hace 108 años, en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896, ninguna mujer participó.
Lamentablemente, fue un francés culto como el barón Pierre de Coubertin, quien no concibió ni quiso que las mujeres participaran en los Juegos, por motivos tales como...Francia, París: año 1896. - ¿Por qué usted, señor Coubertin, quien impulsó la restauración de los Juegos Olímpicos, se opone a la participación de las mujeres?- Porque ellas se deben limitar a coronar a los hombres vencedores... - ¿Ese es su único argumento? - No. Además, considero que el deporte inculca rasgos de carácter indeseables para la mujer... El barón hizo una pausa, sorbió café y prosiguió: - El espíritu de sacrificio, el tesón, la fuerza de voluntad son prerrogativas masculinas y la esencia del ideal guerrero...Hubo un silencio confuso en la sala... De repente, se levantó Emile Zola, escritor y compatriota de Coubertin, quien, con ceño fruncido y rostro severo, sentenció: - No estoy de acuerdo con usted, querido Coubertin. Yo, a diferencia suya, pienso que, ¿si el deporte es bueno para ellos, por qué no debe serlo también para ellas?.Con ese sencillo y contundente argumento Zola defendió a capa y espada la igualdad de sexo y la participación de las mujeres en los Juegos Olímpicos.A Zola, el tiempo le ha dado la razón. Pues, hoy, en el capítulo 1 de la Carta Olímpica está establecido que: "Toda forma de discriminación en contra de un país o de una persona, ya sea por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo..., es incompatible con la pertenencia al Movimiento Olímpico"...Actualmente, deportes como la natación y el fútbol reparten bondades para ambos sexos como cualquier actividad física... Qué equivocado estaba el barón francés...