Había nacido en los arrabales de Washington, en el seno de una familia negra. Desde niño demostró que poseía extraordinaria elegancia y finas maneras. Le gustaba vestir bien, hablar mesuradamente y comportarse de un modo educado. Su voz, su carácter, su sonrisa siempre suave, hacían de él un muchacho sumamente distinguido.
A los catorce años trabajaba en un negocio donde se vendían caramelos y refrescos. Vestía un uniforme lleno de botones, y lo llevaba con tal elegancia y orgullo que comenzaron a llamarlo "El Duque". Y ese sobrenombre lo acompañó el resto de su vida.
Se trata de Duke Ellington, el célebre músico de jazz que murió a los setenta y cinco años de edad el día 24 de mayo de 1974. Su elegantísimo estilo, ejecutado por la orquesta que él mismo dirigía desde su gran piano de cola, hizo de él una de las personalidades musicales más influyentes del siglo veinte.
Compuso más de novecientas obras de calidad. Recibió en su vida altas condecoraciones de gobiernos, tales como la Legión de Honor de Francia y la Medalla de la Libertad de los Estados Unidos. Una de sus composiciones que obtuvo más éxito fue "Caravana", que se escucha en casi todo el mundo.
Antes de morir, Duke Ellington resumió en una sola frase la brillante caravana de éxitos que fue su vida: "Dios -dijo El Duque- ha sido muy bueno conmigo."
Todos vivimos en esta larga caravana de sucesos que es la vida. Cada día es un nuevo eslabón de una larga cadena que nos trae sucesos tristes o alegres, felicidad o pena. Y la caravana se prolonga hasta detenerse en el último día señalado por Dios.
No todos gozaremos de una carrera brillante como la de aquel gran músico, pero todos sin duda alguna podremos dar el mismo testimonio: "Dios ha sido bueno conmigo." Porque Dios quiere que tengamos paz, fe, esperanza y serenidad de espíritu. Cristo, Dios hecho hombre, desea entrar en nuestra vida y convertirla de aquí en adelante en una caravana de bendiciones.
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