Parecía un día como otro cualquiera, pero lastimosamente distaba mucho de serlo.
Para Samuel Montero, la noche del 13 de agosto quedará marcada en su memoria para siempre, pues como él mismo lo acepta, ese día: "¡Volvió a nacer!".
Ese muchacho de 25 años había terminado su jornada laboral en la "Papelera Istmeña", en la vía Domingo Díaz, cerca de las 10:00 de la noche.
Como lo hacía cotidianamente cuando le asignaban el turno rotativo nocturno, Samuel hacía el respectivo trasbordo desde su centro de trabajo hasta el Centro Comercial La Doña.
Y es que es en ese punto que los autobuses que lo conducen hacia su hogar en Las Garzas de Pacora, tienen el punto de origen y llegada.
"Recuerdo que a pesar de que había muchas personas intentando abordar el bus, logré conseguir asiento en el puesto de la llanta", relató con voz entrecortada.
Como suele ocurrir en las horas de mayor afluencia con los colectivos de las rutas internas de las comunidades del este de la ciudad capital, la unidad estaba abarrotada hasta en la puerta.
Pero eso no incomodaba a Montero, pues tuvo la suerte de conseguir puesto.
El arduo día de trabajo hacía efecto en el cuerpo de Montero, por lo que el sueño lo vencía poco a poco mientras el bus 8RI-7784 comenzaba su travesía hacia el desastre.
En la proximidad de la comunidad de Felipillo, el otrora hacinamiento que se percibía en el transporte fue cediendo. "Sólo tres personas permanecían de pie", recordó el entrevistado.
Entre personas que cantaban la última melodía de moda que escuchaban en sus teléfonos celulares y otras que conversaban sobre temas de interés, Samuel Montero fue vencido por el dios Morfeo, el dueño y señor de los sueños.
Fue por esa causa que cuando el infierno se les fue encima, Montero sólo recuerda un estruendo y la pérdida del conocimiento por aproximadamente cinco minutos.
Al volver en sí, todo era caos: gritos de dolor, gente llorando, cadáveres amontonados, y sangre, mucha sangre.
Se llenó de valor y logró salir por la puerta trasera, no sin antes preguntarse dónde quedó su vecina de puesto, una mujer de mediana edad a la que no volvió a ver.
Tras ser auxiliado y conducido al Hospital Santo Tomás, se le atendió por golpes en el tórax, y en horas de la mañana de ayer, viernes, fue dado de alta.
De vuelta al hogar y bajo los cuidados de su esposa, Samuel le da gracias a Dios por ser uno de los sobrevivientes de una tragedia de enorme magnitud.
Por más que pase el tiempo nunca olvidará la noche en que el infierno llegó a Las Garzas, y él es un sobreviviente.
EN LAS GARZAS DE PACORA EL TRANSPORTE ES UN PROBLEMA