Una sed que no se sacia fácilmente. Ser músico no es una profesión, sino una necesidad que quema y pide salir ya sea por los labios o por las manos de quienes nacen con ese don.
Secundino Cortés, Víctor Águila, Narciso Cortés, Samuel Concepción y Betzaida Águila, forman un grupo de adolescentes y niños que amenizan las veladas en la comunidad de Buenos Aires, en Ñurúm, comarca Ngöbe – Buglé y que son la prueba viviente de que querer es poder.
Su agrupación se llama Ritmo Sentimental y deleita con piezas de reconocida fama como la Micha y el Ratón y Me persiguen las mujeres, las cuales son acompañadas con las alegres notas de la harmónica.
La carencia de elementos no es un impedimento, sino una prueba de cuánta creatividad puede desarrollar el ser humano.
Estos chicos confeccionaron sus propios instrumentos. Un ejemplo son los timbales, que fueron creados por Narciso, con plástico y lata, con el mayor de los esmeros.
Los pinos y la brisa de Buenos Aires son testigos silenciosos de un anhelo que esperan algún día coronar que no es llegar a los mejores escenarios de nuestro país.
Mientras tanto, se perfeccionan y aprovechan cuanta oportunidad tengan para mostrar su arte, y verse nutridos con los aplausos de un público complacido que los escucha.