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El erotismo y la sensualidad, ingredientes de la obra "Monólogos de la Vagina", cuyo tratamiento no cae en lo mórbido.  |
El título de este artículo es precisamente el llamado que hace la pieza teatral "Monólogos de la Vagina", que presenta el Grupo Tablas en agosto en la Sala de Arte Colibrí, y que aborda el tema de la lucha feminista sin eufemismo, sin tapujo y a calzón quitado.
Desde el momento que inicia la obra, las dos intérpretes dan a conocer una lista sobre las diversas denominaciones como se le ha bautizado al sexo femenino.
Lanzan al aire los diferentes nombres como se conoce a la vagina en diversos países. Tontón, cuca, la pelúa, pupusa, la papaya, araña peluda, la cosita, coño, michita … y así sucesivamente, claro está con una que otra aportación del público.
Es decir, que desde el momento en que se encienden las luces, el asistente es parte de la función y queda asombrado y estupefacto, porque no puede creer lo que está oyendo, ya que este tipo de asunto ruboriza a cualquiera.
Y eso es precisamente lo que busca su autora, la estadounidense Eve Ensler, ir a lo concreto y bofetear sin restricción sobre lo que constituye el sexo femenino, en estos comienzos de siglo, basándose en el derecho de la mujer a ser respetada, considerada y valorada, en toda su magnitud.
El director de este montaje, el salvadoreño-panameño Norman Douglas, aprovecha el discurso dramatúrgico que se le ofrece para sacarle provecho a cada escena y que sus actrices vayan revelando poco a poco el rejuego de palabras, que van desde una prosa lacerante, hasta frases poéticas para mostrarnos un trabajo que puede resultar irreverente, contestario, atrevido, feminista, pero con profundo mensaje realista. Se registra un trabajo interpretativo, agresivo y al mismo tiempo reflexivo.
La obra, de 14 monólogos, cuenta con las actuaciones de Vivian Pérez y Valeria Obando, actrices conocidas en el ámbito artístico, y que en esta ocasión dejan pasmado a la audiencia por sus osadas interpretaciones, que no son fáciles de concebir ante un libreto con personajes cargados de energía, acciones y confesiones crudas.
Hablar del clítoris, del vello púbico, de orgasmo, de violación carnal, lesbianismo, masturbación, sadismo … de descubrirse como mujer, constituye un reto; a sabiendas que son temas que pueden provocar reacciones en las personas.
Pero lo más importante es que a través de la risa y la seriedad del trabajo interpretativo, el público experimenta una serie de sensaciones y va comprendiendo más de cuatro verdades, que lo deja reflexionando cuando sale de la sala de teatro y lo que pasa es que su creadora (Ensler), para escribir este libreto se basó en unas 200 entrevistas a mujeres de diferentes razas, religiones, clases sociales, para ofrecer una retórica teatral auténtica y poética, y cuya fuente de inspiración fue la tortura que vivió una mujer en la guerra en Bosnia.
El director Douglas reconoce que después de muchos años, esta es una obra que disfruta en cada función, por las reacciones que observa noche a noche entre el público, que van desde la aceptación, hasta repudio, como incluso lo reveló un espectador al calificarla de ser "una montaña rusa de emociones".
Es una obra teatral exclusiva para adultos, ya que es un tanto difícil de entender que con un diálogo con una vagina uno pueda descubrir tantas situaciones. |