Los hay en todas las oficinas del mundo. Son los llamados vagos, trabajadores que cumplen con una función específica sin dar mayores muestras de interés, esfuerzo o dedicación. Son empleados a quienes se les asigna una función y la realizan tan mecánicamente como cepillarse los dientes, para ellos es una costumbre, una obligación y no un gusto.
Hay situaciones en las que estos individuos, por suerte o cepillería, tienen mejores posiciones, que aquellos que dedican más tiempo, esfuerzo y gusto por hacer la tarea que se les asigna.
Se debe entender que quienes trabajan lo hacen principalmente por recibir un salario, que les ayude a cumplir con sus obligaciones y responsabilidades. Sin embargo, hay que ser conscientes que nos dedicamos años estudiando, para graduarnos, ser profesionales y realizar el trabajo que siempre hemos soñado.
Eso sería el ideal, pero hay personas que no corren con la misma suerte. Se esfuerzan estudiando y al final no logran conseguir trabajo en la rama en la que se han especializado.
Hay otros, que el destino les ha puesto el mundo a sus pies, y parece que no se han dado cuenta de lo afortunado que son. Se convierten en profesionales en las carreras estudiadas, consiguen un puesto en una empresa y aún así no aprovechan estas ventajas y solo laboran para recibir un pago al final de la quincena.
Todos necesitamos dinero, siempre va bien, sin embargo, sea consciente de que usted deberá trabajar durante cinco o seis días a la semana, por unas 8 horas o más. Realizar esa función con profesionalismo, haciendo su trabajo de forma inteligente y gustándole lo que hace, le hará más agradable su estadía en su puesto.
En palabras sencillas, no haga su trabajo pensando que al final de la quincena le pagarán lo mismo si trabaja más o menos que el resto. Esto no es cuestión de los demás, es de sentirse bien con uno mismo haciendo lo que le gusta.
