EDITORIAL
Feria Internacional del Libro
Panamá, famosa desde la época colonial por las ferias de Portobelo, cumple una vez más su papel de ventana mundial cuando en esta era cultural se traslada a nuestro país la Feria Internacional del Libro.
Con la reunión de representantes de 15 países y más de 16 escritores internacionales, la Primera Feria Internacional del Libro en Panamá es una gala de editores y escritores que deberán permitir al panameño un marco amplio en el mundo de las letras.
En una sociedad aquejada por problemas sociales, económicos y la diatriba política, el Istmo se enaltece con la asistencia de prominentes escritores y hace un alto para navegar en las fronteras de la imaginación, construyendo mundos.
En medio de la zozobra de un diario vivir, la Feria Internacional del Libro representa un oasis donde cada página de los más de 30 mil títulos representados por más de 90 sellos editoriales, nos hacen olvidar la miseria aplasta a la mayoría de las masas del continente.
Con la entrada de un nuevo milenio y el desarrollo de las ciencias y tecnologías, podría correrse el temor de la desaparición del libro, pero a pesar de las amenazas de la internet, el libro resurge para liberar a los pueblos de las prisiones de la ignorancia.
Sin duda que el evento ha servido para desmentir la absurda frase: "a los panameños no les gusta leer". Desde niños del jardín de la infancia hasta lectores que rondan los ochenta años, se aprecian en Atlapa, ávidos de adquirir conocimientos.
Pero ojalá todo este esplendor que hoy se vive en la convertida capital de la cultura, por una semana, no se desvanezca una vez que cada invitado recoja sus maletas y retorne a su hogar; que los libros no se queden guardando polvos en los viejos estantes; que no se muera el entusiasmo por sembrar el gusanito de la curiosidad en las mentes de la juventud, a través de la lectura; y que no se cierre la ventana en busca de nuevos horizontes y la llave de la libertad.
PUNTO CRITICO |
 |
|