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CRIMENES FAMOSOS
La abuela tiene que desaparecer

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Max Haines

Quizás fuera inevitable que Wendy Gardner se uniera con James Evans en la pequeña ciudad de Saugerties en el estado de Nueva York. Quizás no. Después de todo, Wendy tenía sólo 12 años ese verano de 1994 cuando conoció a James, de 15 años. Los dos jóvenes tenían una cosa en común: ambos venían de hogares deshechos. Aquí es donde las similitudes cesan. Wendy era una flautista consumada, brillante futuro como música. Sus calificaciones en el colegio eran siempre las mejores. A la inversa, James había estado entrando y saliendo de escaramuzas menores con la ley desde que tenía ocho años. Había pasado algún tiempo en hogares grupales, pero ese verano estaba viviendo con su madre, cuya cómoda casa estaba a la vista de la casa de la abuela de Wendy, donde ésta vivía con su hermana de 11 años, Kathy.

Wendy no se llevaba bien con su abuela. Más tarde diría que su abuela la maltrataba físicamente, pero no había evidencia concreta de ello. Kathy siempre negó que la abuela Betty abusara de las dos niñas. Sabemos que Wendy y su abuela discutían incesantemente. Betty a menudo traía a colación el desagradable tema de la madre de Wendy, quien se ganaba la vida como prostituta en otra ciudad. Ella simplemente no quería que Wendy siguiera los pasos de su madre. Betty Gardner, de sesenta y siete años estaba luchando una batalla perdida.

Cuando Wendy y James se hicieron íntimos, las calificaciones de Wendy decayeron. Descuidó la práctica de la flauta. Esta muchacha tan norteamericana, adoraba la idea de estar enamorada. Los amantes estaban constantemente juntos. Sus cartas, particularmente aquellas de Wendy a James, contenían tanto pasajes sexuales explícitos que no pueden ser reproducidas aquí. Wendy y James hacían el amor sobre una base diaria; en días buenos, varias veces.

Betty Gardner sentía que su nieta se estaba yendo directamente al infierno Trató por todos los medios posibles de romper el romance, dándose cuenta de la mala reputación que tenía James en la ciudad. Rogó y suplicó a Wendy, pero sus esfuerzos sólo causaron que su nieta se disgustara más con ella.

Exactamente cuándo el disgusto se convirtió en odio, es sólo una conjetura. Wendy empezó a faltar al colegio y a pasar toda la noche fuera de casa. Betty sabía muy bien dónde pasaba esas noches. La madre de James muy a menudo estaba fuera de casa. Los jovencitos aprovechaban cada oportunidad para hacer el amor.

Unos días antes de la Navidad de 1994, Betty, desesperada, inició una acción legal para que declararan a Wendy "persona necesitada de supervisión", con el significado de que Wendy podía terminar en una casa comunal donde sería supervisada de cerca. Se arregló una visita para después de fin de año.

Wendy estaba furiosa. Ya ahora se refería a su abuela como "esa perra". Su hermana Kathy, aparentemente, se llevaba bien con la abuela y no entra a nuestro escenario hasta mucho más tarde. Wendy se quejaba amargamente a James acerca del comportamiento de su abuela, particularmente el maltrato al que según ella la sometía. James creía a su amada por completo. El también se puso furioso, imaginen, con esa malvada mujer que golpeaba a su Wendy.

Era Navidad. La ciudad estaba decorada en rojo y verde. Betty tenía un hermoso árbol de Navidad en la casa, pero el lugar se había transformado en un refugio tenso para sus tres habitantes. Wendy nunca estaba en casa. Venía a dormir y a la mañana siguiente se había ido.

El día de Navidad Wendy estaba arrebujada en la habitación de James y no quería dejar la orgía sexual que ambos disfrutaban tanto. Quería quedarse a dormir. Fue James quien pensó que ella por lo menos por decencia debía al menos telefonear a su abuela. A regañadientes, Wendy levantó el auricular y le preguntó a su abuela si podía quedarse en casa de James. Betty fue cortante. "No", replicó, "no quiero que estés allí en absoluto". La respuesta de Wendy es irreproducible, colgó el teléfono de un golpe. James la convenció que la llamara nuevamente, Betty rehusó contestar el teléfono.

Al tercer intento de Wendy, Betty levantó el auricular y dijo, "si sigues insistiendo, voy a llamar a la policía". Esa pareció ser la gota que rebasó el vaso. Wendy le dijo a James que quería matar a su abuela. James tomó la petición seriamente.

Los dos jovencitos discutieron el asunto. Betty hacía llegado a simbolizar todo lo que estaba intentando separarlos. Hablaron de cómo la matarían. ¿Un revólver? Demasiado sangriento. ¿Incendiar la casa? Demasiado complicado. ¿Estrangulamiento? Eso era. El cuello de Betty se quebraría, igual que en la televisión. Era un hecho consumado. Juntos la estrangularían.

Por tres días, Wendy y James planearon el asesinato. El 28 de diciembre, equipados con un par de guantes y un trozo de cordel de nylon reforzado para barriletes de un metro de largo, entraron a la casa. Kathy estaba también allí. La abuela se hallaba en el cuarto de estar del sótano mirando televisión. Wendy le pidió a Kathy que bajara al cuarto del sótano. Juntas bajaron las escaleras. Wendy apagó la televisión. Betty se puso furiosa. Sólo tuvo tiempo de decir, "¿Qué está sucediendo aquí?" antes que James se arrojara sobre ella. Este se las arregló para poner el cordel alrededor de su cuello y tirar fuertemente. James quedó sorprendido de la fuerza de Betty. A diferencia de la televisión, no hubo la quebradura de un cuello, sino una mujer luchando por su vida.

La pequeña Kathy gritaba histéricamente. Wendy colocó su mano sobre la boca de Kathy y la arrastró escaleras arriba. Los sonidos del asesinato alcanzaron los oídos de Wendy. Empezó a cantar. Suenan las campanas, mientras James colocaba su rodilla en la espalda de Betty y tiraba fuertemente del cordel hasta que la pobre mujer quedó sin vida.

James llevó con dificultad el cuerpo hasta el garaje. Luego la pareja revisó la casa en busca de dinero. Localizaron 883 dólares en billetes, una fortuna a sus ojos. Discutieron un poco acerca de cómo disponer del cuerpo, pero lo primero es lo primero. Tuvieron relaciones en el sofá antes de quedarse dormidos. Había sido un día atareado. En la mitad de la noche, se despertaron y colcoaron el cuerpo de Betty en el baúl de su Mercury 1984. Al día siguiente, con Kathy a la rastra, la pareja fue al centro comercial Great American y comió una pizza en el puesto de pizzas. También recogieron unas patatas fritas, palomitas de maíz y otros bocadillos. ¿Por qué no? Tenían montones de dinero de la abuela.

La pareja pasó algún tiempo jugando a los bolos. Los amigos que los encontraron dicen que actuaban normalmente, incluso felices. No así Kathy, quien estaba como aturdida. Para mantenerla bajo control, Wendy y James le ordenaron no decir una palabra o tendría el mismo tratamiento que la abuela. Kathy estaba aterrorizada.

NO PUDIERON PONERSE DE ACUERDO

Esa noche los tres durmieron bien. Al día siguiente hubo más bocadillos. Además dieron una vuelta en el automóvil con la idea de disponer del cuerpo, pero no pudieron ponerse de acuerdo en la ubicación. La abuela permaneció en el baúl del Mercury.

El 30 de diciembre, James, quien todavía no tenía edad suficiente para tener licencia de conductor, condujo nevamente al centro comercial con su novia y su hermana. Hubo otra ronda de patatas fritas, chicles, chocolates y palomitas de maíz, otro día de hacer el amor y disfrutar de la vida y la libertad como nunca la habían disfrutado antes. Betty aún reposaba en el baúl.

Era el 31 de diciembre. Kathy se despertó a las 7:00 de la mañana. La niña de 11 años, tenía que tomar una decisión. Esta era su oportunidad de escapar. ¿La buscarían realmente y la matarían? Lo meditó por cuatro horas. Wendy y James había hecho el amor hasta bien entrada la noche. Todavía estaban dormidos. Kathy deslizó una chaqueta sobre sus pijamas y corrió con los pies descalzos hasta donde un vecino. Les dijo que su abuela había sido asesinada y que su cuerpo estaba en el baúl de su auto.

LLAMADA DE UN CHIFLADO

La policía de Saugerties recibió la llamada de emergencia. No había habido un asesinato en la ciudad por más de una década. Quizás era la llamada de un chiflado, alguien con mucho humor negro. Pero no podía ser ignorada. Cuando llegó la policía, Wendy y James estaban todavía dormidos. Los despertaron y abrieron el baúl del Mercury. Allí yacía Betty, exactamente como sus asesinos la habían colocado.

James Evans fue encontrado culpable de asesinato en segundo grado. Fue sentenciado a nueve años de cadena perpetua, la máxima sentencia disponible para un menor en el estado de Nueva York. Wendy Gardner, quien había cumplido 13 años desde el asesinato, fue también encontrada culpable de asesinado en segundo grado. Fue sentenciada precisamente a siete años, 10 meses y 25 dias como mínimo, siendo el máximo cadena perpetua. Evidentemente, el juez que presidía quiso que la sentencia mínima coincidiera con el 21 aniversario de Wendy.

Miller Features Syndicate Inc.
Distr. por Editors Press Service, Inc. 1226

 

 

 

 

 

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La díscola niña de 12 años y su novio tramaron el plan asesino.

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