EDITORIAL
La Marea Roja y la Marea Amarilla
El fútbol está generando pasiones que hacía mucho tiempo no se anidaban en el alma del panameño. La unidad nacional, que otrora venía sujeta con hilos de titiritero, hoy se cuece en el fuego lento del orgullo patrio, de la identificación plena con los jóvenes humildes que nos representan aquí y en canchas extranjeras, y lejos, gracias a Dios, de la manipulación política. Los jóvenes de la selección absoluta, con su juego grato y precioso, con sus muestras de superación y trabajo duro, están enseñándole a todo un pueblo la importancia de la disciplina, la constancia y la dedicación para alcanzar un objetivo. Todo debemos aprender de ellos. La aguijada de este ejemplo debe servir para construir un mejor país, sin vicios, sin complejos, sin violencia exagerada, y con honestidad. Esta pasión ha tenido hijos: la “Marea Roja”, que se esparce por la nación entera, que se paraliza durante los noventa minutos que dura cada partido, y acompaña a los jóvenes de nuestro estupendo equipo con sus cantos y vítores. Esta marea se toma las calles al final del partido, que el de hoy será con marcador a favor, estamos seguros, y se desborda en alegría sana, en manifestación de poder y conquista, sabedora que el éxito y la grandeza son virtudes del espíritu y no tienen nada que ver con la materia. Pero es menester que la “Marea Roja” piense en la “Marea Amarilla” que viene detrás: los recolectores de basura. Estos señores del aseo, gente humilde como los muchachos de la selección, deben encontrar a su paso los rastros de la alegría, de la pasión desbordada, del furor del éxito; pero no las señales de la indolencia. Destruir los bienes públicos al paso de la “Marea Roja” no hace patria. Debemos cuidar el país, por el bien de quienes vienen detrás, de las generaciones que van subiendo y a quienes nos debemos. Manifestemos respeto, entonces, por esta gente sencilla que nos mantiene en orden y limpias las calles de nuestras ciudades, y que nos garantizan salud. Son esa “Marea Amarilla” que la capital ha bautizado y empezará a valorar como un bien ciudadano, y por eso no ensuciaremos en demasía tras el triunfo de hoy.
PUNTO CRITICO |
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