El razonamiento de una gran cantidad de panameños es que no deben dar todo lo que pueden, porque nadie se lo reconoce y, si se trata del trabajo, no lo hacen porque no les pagan suficiente. Siendo esto así, se inician las vueltas en un círculo vicioso, un empantanamiento que comienza porque nadie reconoce el trabajo de otro, y termina con que el otro no lo hace mejor porque nadie se lo agradece. Al final, la mediocridad campea como dueña y señora de los flujos de producción.
La experiencia indica que, aun cuando tus compañeros actuales no te den los méritos por tu desempeño, hay que dar el máximo de tus capacidades, y seguir haciéndolo como parte de tu forma de ser, porque tarde o temprano aparecerá alguien que verá y apreciará tus atributos y te recompensará como te mereces.
Lo que no se vale es la mediocridad. Si te la pasas siendo mediocre nunca saldrás adelante, nunca nadie te apreciará y nunca saldrás de ese agujero en el que ahora te encuentras. Date al máximo, y más, y más, y más... esa es la meta. |