Miles de personas, vestidas de negro, se dieron cita en Changuinola, ayer, para despedir a Antonio Smith Montezuma, de 37 años, y a Virgilio Castillo, de 32, ambos fallecidos durante los disturbios registrados la semana pasada en esa ciudad de la provincia de Bocas del Toro.
El cortejo fúnebre se inició con los velorios, el sábado a primeras horas de la noche. Cientos de personas se dieron cita en la humilde casa de Castillo, situada en la Loma Torres, mientras otros acudieron a la iglesia Luz del Mundo de Finca las 30.
En la mañana, el cuerpo de Castillo fue trasladado al gimnasio de Finca 13, las personas llegaban con sus atuendos negros y algunos con paraguas en mano.
Aproximadamente a las 10:00 a.m. se inició la caminata hacia el cementerio, situado a un lado de la vía que va de Finca seis a Guabito; pero antes, la multitud que avanzaba gritando consignas y portando pancartas, se detuvo en la iglesia de Finca ocho. En su intervención, el pastor Juan Padilla fue enfático en pedir la paz y la resignación.
En la entrada hacia Finca las 60 se unieron otros cientos de personas residentes en esas áreas, luego sucedió lo mismo cuando pasaron por Finca 66, Finca 12, avenida 17 de Abril, en la entrada a la calle del aeropuerto, se unieron quienes trasladaban el féretro de Smith.
A pesar del candente sol, hombres mujeres y niños continuaron con las mismas energías de cuando empezaron.
Luego de la caminata de unos ocho kilómetros, llegaron al cementerio. Los albañiles y ayudantes esperaban para finalizar su trabajo en las bóvedas.
Los gritos desesperados de las esposas y otros familiares estremecieron a todos.
Poco a poco, luego de que los albañiles terminaron, llegó el momento. Los cuerpos de Smith y Castillo se quedaron en el cementerio y solamente regresan a sus casas a través del recuerdo de sus familiares.
Lamentablemente, ambos tenían bebés que no se acordarán de ellos, pero de seguro les contarán que sus padres fueron héroes.