Diversas posturas extremistas han influenciado la decisión de algunos países por imponer visas a determinadas nacionalidades de América Latina, estigmatizando pueblos enteros y acusándolos de ser problemáticos e indeseables.
Tal es el caso de Colombia, que inmersa en un conflicto interno que ha durado casi cinco décadas ha visto cómo dos millones de personas han perdido sus hogares y se convirtieron en desplazados dentro de su propio país. De que más de 3, 000 estén secuestradas y que la Unión Europea y Estados Unidos ponga trabas a la entrada de colombianos, dizque con el propósito de proteger sus fronteras.
La violencia causada por los grupos guerrilleros, los narcotraficantes, los paramilitares desmovilizados y el terror por ser secuestrado han hecho que 4.5 millones de colombianos dejen su tierra, buscando un nuevo destino para formar una vida tranquila.
Indudablemente, Panamá se ha transformado en la "Suiza" de los sudamericanos. Sin embargo, esta migración tiene un lado bueno y otro malo.
Grandes empresas colombianas han hecho del Istmo su sede para concretar inversiones, de que se convierta nuestro país en un refugio para los civiles que lo perdieron todo, entre otros beneficios. Y por supuesto, esto crea empleos para panameños.
Empero, por otro lado, hay algunos comerciantes que le dan preferencia a los extranjeros del vecino país para contratarlos a bajo costo en hoteles, restaurantes y en la industria de la construcción, lo que denigra a su vez a los nacionales.
También no se puede tapar el sol con la mano lo que ocurre con la trata de blancas, el negociado con los ilegales colombianos y el poco control de la frontera común en el Darién, en donde ocasionalmente incursiones de insurgentes ocasionalmente.
Lo ideal sería que los gobiernos de Panamá y Colombia colaboraran para aplicar medidas novedosas que regulen la visita de colombianos a nuestro país, no imponiendo un visado clasista, sino determinando en los registros migratorios el propósito o motivo de la estadía de los sudamericanos en el territorio nacional.
Hay que admitir que de Colombia viene gente con visión emprendedora, pero también hay elementos que en nada bueno cooperan con el desarrollo de un país. Bien lo decía un amigo en Bogotá, que de los 45 millones de colombianos que hay, lo que se resalta en los medios es "lo malo que hacen el 1%" de esa población.
"Todos pagamos por lo que hace el mal colombiano y eso no es justo", nos recordaba nuestro amigo, un reconocido periodista de esos lares.
Ojalá Dios quiera que Colombia, que el próximo 20 de julio cumple 197 años de su independencia de España, logre superar la actual adversidad que hoy enfrenta. Lo más que queda es que los panameños brindemos un cálido apoyo a nuestros hermanos sudamericanos.