Carlitos, el recién nacido que el 9 de mayo fue lanzado por su madre a una letrina en Villa Luchín y que luego incendió, es un niño marcado, pero con muchas ganas de vivir.
Todavía permanece en la Sala de Quemados del hospital del Niño. Tiene su carita desfigurada, le faltan todos los dedos de su mano derecha, pero aún así sonríe. ¡El está bendito por Dios!.