Padecen más ansiedad, tienen menor grado de autoestima y una mayor tendencia al aislamiento. Así son los mayores de 60 años con problemas cardíacos, tal y como acaba de constatar un grupo de investigadores de la Universidad de Vigo.
Numerosos trabajos han demostrado que una de las consecuencias de sufrir enfermedades cardiovasculares es la afectación emocional que padecen los pacientes y que está más relacionada con el impacto subjetivo de la patología que con la severidad de la misma. Así, por ejemplo, en las víctimas del infarto de miocardio -el que más impacto psicológico provoca-, aparece una serie de consecuencias como las dificultades para reincorporarse al trabajo, los problemas de funcionamiento sexual o la disminución de las actividades diarias. Los pacientes cardiovascular tienen una clara tendencia hacia una mayor ansiedad fóbica y retirada de la vida social en comparación con los que no padecían este problema.