REFLEXIONES
"Mireya en Taipei"

Carlos Christian Sánchez C.
Relacionista internacional
Tal cual lo habíamos advertido, en estos precisos momentos se cumple una jornada destinada a reafianzar las relaciones bilaterales entre dos países diferentes, distantes geográficamente, pero unidos por la similitud en la experiencia democrática y el comercio. Mireya Moscoso, presidenta de Panamá, ha viajado a la República de China en Taiwan, como parte de una esperada visita al Asia, en especial el reconocer aquel Estado chino que abre sus puertas al mundo y que está siempre dispuesto a ayudar a todas las naciones que buscan desarrollar su economía. La gobernante de Panamá es la primera jefe de Estado de un país occidental que llega a Taipei, tras la subida al poder del nuevo mandatario chino, el señor Chen Shiu-bian, quien destronó medio siglo de hegemonía del Partido Nacionalista. Una gran nación, dividida por la herencia de la Guerra Fría, tiene ahora un político nacido propiamente hablando, en la misma tierra isleña, motivo de disputa ideológica e histórica por la cuestión de la confrontación con los chinos comunistas, dueños del sector continental. Las autoridades de Panamá han observado algunos de los grandes "Milagros Económicos" del gran continente oriental. Industrias tecnológicas, avanzados servicios de transporte, una mano de obra preparada, la convivencia entre agricultura y modernismo, se armonizan con enormes ciudades en crecimiento constante. Unos 23 millones de habitantes han impulsado el motor de una poderosa nación que no se rinde a los imprevistos de la historia actual. Antes que Mireya Moscoso llegar a Taiwan, Chen Shiu-bian anunció su disposición de entablar negociaciones directas y bilaterales para sanear el camino hacia una futura "reconciliación" con la China comunista, siguiendo el paso de las dos Coreas, que en junio pasado lograron un entendimiento simbólico, que luego podrá permitir la unificación de las naciones de la conflictiva península asiática. Pekín, argumentando su conocida política radical de "no negociar con la provincia rebelde y de favorecer el principio de una China, en varios sistemas", menospreció la mano de buena voluntad tendida por Taipei. No es una tragedia, pero el esfuerzo dado por Taiwan es el primer paso hacia un cambio de rumbo, dejando atrás el antagonismo político. La postura panameña de reconocer la amistad generosa de la República de China en Taiwan dará buenos frutos, puesto que es necesario aprovechar la ventaja de poseer un socio en el extremo del mundo, cuyo potencial económico nos puede dar oportunidades viables para que visionarios empresarios locales y centroamericanos, llegue a exportar sus productos al mercado más poblado del planeta: Con las dos Chinas, el Japón, Indochina y el subcontinente hindú, hay unos tres mil millones de consumidores que pueden ser futuros clientes de artesanías nacionales istmeñas, al igual como de vegetales y frutas provenientes de nuestra tierra. Aplaudimos la voluntad de la gobernante panameña, en continuar nuestra relacion bilateral con China, sin caer en parcialismos y actitudes mezquinas sobre ciertas cuestiones diplomáticas expuestas por otras naciones e ideológico de la diplomacia oportunista. Dos gobiernos democráticos, uno del Asia y otro de América, han coincidido en puntos básicos para aumentar el interés por abrir los mercados comerciales, además de promover la libertad de expresión, así como los derechos humanos.
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