Campeón del Mundo. Festejo total. Loco. Interminable. Con Lionel Messi como goleador, mejor jugador del campeonato y recibido de eterno crack.
Con Pablo Zabaleta como capitán y símbolo. Con Francisco Ferraro recibido con honores en su master de entrenador de juveniles en pleno Mundial. Con la satisfacción y la convicción de haber pasado primero el grupo de la muerte, y después eliminar uno a uno a Colombia, campeón sudamericano, a España, campeón europeo, a Brasil, siempre Brasil, y Nigeria, eterno candidato. A todos. Campeón del mundo cinco veces, además. Sí, Argentina es pentacampeón en juveniles Sub-20. Vale festejar..
Es que este grupo de pibitos de menos de 20 años se la pasó a los golpes aquí en Holanda y entonces todo se potencia. Pero cada golpe lo hizo más fuerte, lo acorazó. Tuvo carácter. Fue diferente a todos. Maduro. Aplomado.
Supo siempre qué debía hacer. Se supo mejor que los rivales, ante Brasil y Colombia, y les ganó. Supo que debía tener cuidado con España y Nigeria y esperó el momento para pegar justo.