El balompié o juego de fútbol, es uno de los deportes que más ejercita y pone en movimiento los órganos de locomoción del cuerpo humano, e incluso, el sistema circulatorio con todos sus componentes, es sometido a una intensa actividad que se traduce en salud y mente sana para el organismo de quien lo practica.
Contrario a otros deportes, éste sólo requiere de un balón, un par de marcos, dos redes, uniformes, una buena cancha, mucho dinamismo y deseos de superación de parte del jugador.
Aunque no soy un fanático conocedor a fondo de esta materia deportiva he venido siguiendo de cerca el comportamiento y la disciplina que se vive en el ámbito futbolístico nacional.
Veo con preocupación que el jugador de fútbol, no todos, refleja una conducta belicosa sazonada con un lenguaje que lo acerca más a un desadaptado social que a un deportista.
Jugadores panameños de renombre, incluso, se han visto involucrados en riñas, posesión de armas y delitos conexos, lo que da un pésima imagen al deporte en su conjunto, a los organizadores y a la institución responsable de promover un código de disciplina y buen comportamiento entre quienes, por su dedicación, a veces les corresponde llevar más allá del territorio nacional la enseña tricolor.
Es hora de que el Instituto Nacional de Deportes (INDE), los clubes deportivos y las organizaciones que se agitan en esta actividad, emprendan acciones para evitar que este deporte tan aclamado y con tanto futuro, se convierta en sinónimo de pandillerismo y escenario frecuente de malas costumbres.