El chiquillo se levantó temprano y con mucho entusiasmo. Le gustaba marchar por la calle principal de Río Abajo y ese día habría desfile. Como él, centenares de jovencitos de escuelas públicas marcharon ese día... ¡celebrando el cuatro de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos!.
Luego del desfile, en el colegio había un "refrigerio".
Casi siempre era con comida popular gringa, como hamburguesas (poco comunes hace más de cincuenta años en Panamá) "hot dog", sodas, papas fritas y batidos de helados.
En la zona del Canal, ese territorio que por un tratado "a perpetuidad" era de los EE.UU. habían desfiles más grandes.
Centenares de panameños disfrutaron, viendo los carruajes de guerra de los norteamericanos, así como sus soldados que "defendían el Canal".
Luego del desfile, el flamante embajador gringo daba una recepción, donde también abundaba lo que hoy se conoce como "comida chatarra".
A veces altos funcionarios del gobierno panameño se esmeraban por aparecer en las fotografías, al lado de los diplomáticos gringos.
Eran otros tiempos, hace más de medio siglo. Todavía no se había intensificado las luchas por la soberanía en la zona del Canal.
En el mismo Instituto Nacional, cuna de las luchas soberanas, profesores de inglés nos obligaban a memorizar... el mismito himno de Estados Unidos, el discurso de Gettysburg y otras cosas de la cultura yanki.
Muchos panameños "eran gringuistas". Y muchas panameñas soñaban con casarse con un norteamericano y "ganarse la lotería matrimonial".
Cuando se intensificó la lucha nacionalista, en son de burla llegué a gritar que "se vayan los gringos... pero que nos dejen las gringas a los panameños".
Hoy, todo es distinto. Muchos desconocen que hasta hubo una placa de automóvil para la zona, donde existían leyes de EE.UU. impuestas por jueces que... ¡no hablaban español!.
Ahora somos soberanos totalmente. Ya los comunistas se quedaron sin la bandera de lucha de "yanki go home".