El miembro de la Guardia Real Galesa, Michael Dowdall había estado entrando y saliendo de problemas toda su vida. Michael era muy travieso y rápidamente ganó reputación como un jovencito con problemas. Periódicamente robaba cosas inútiles, torturaba gatos sólo por diversión y una vez entró a la fuerza en una escuela donde realizó actos de vandalismo en varias aulas. Michael dejó de concurrir a la escuela a la edad de 15 años y se alistó como tambor en la Guardia Galesa. Sabía de la historia de su padre durante la guerra y quería seguir su carrera.
Michael era un gran bebedor. No estoy hablando aquí de un bebedor social. No, cuando Michael empezaba a beber seguía bebiendo hasta perder el conocimiento. Cuando estaba intoxicado desplegaba un carácter terrible y se ponía tan beligerante que sus colegas en el servicio lo dejaban librado a su propia suerte. A menudo tenían que cargarlo de vuelta hasta los cuarteles.
Algunas veces ni siquiera volvía al campamento. En una de esas ocasiones fue confinado a una celda, donde intentó ahorcarse con el cordón de un kimono. Como añadidura a sus aflicciones, Michael era de estatura pequeña y a menudo sus compañeros se burlaban de ello. Aunque no era un homosexual, era objeto de provocaciones porque nunca había sido visto con un miembro del sexo opuesto.
Este, entonces era el retrato del extremadamente perturbado tamborilero. A los 18 años, Michael había tenido un sinfín de problemas por toda su vida. Había más problemas a la vuelta de la esquina.
Verónica Murray era una prostituta de 30 años que ejercía su comercio en el West End de Londres. El 19 de diciembre de 1958, la amiga de Verónica trató de comunicarse con ella. Como no logró hacerlo, le pidió al encargado del edificio de Verónica que le diera una mirada a su cuarto. El encargado dio una mirada y llamó a la Policía.
El cuerpo desnudo de Verónica yacía sobre su cama. Le habían destrozado la cabeza con una pesa, que ella tenía el hábito de usar como un implemento para ejercitarse. Extrañamente, había diminutas abrasiones circulares en varias partes de su cuerpo. Los pequeños círculos estaban dispuestos para formar la letra V.
Los patólogos declararon que las abrasiones habían sido hechas después de muerta. Aparentemente, alguna persona desquiciada se había entretenido aplicando los pequeños círculos sobre el cuerpo muerto.
Los detectives fueron rápidamente al campamento y detuvieron a Michael Dowdall. Michael le dio a la Policía una amplia declaración. "Es cuando me emborracho que hago estas cosas. Me ha estado preocupando por un largo tiempo y había pensado ir a un médico. Me alegré que todo haya terminado".
El continuó, recogí a una prostituta en Trafalgar Square. Ella llamó a un taxi. En su casa tuve sexo con ella y me puse a dormir. Cuando ella despertó tuvimos una pelea acerca de algo y ella me llamó galés pequeño y roñoso. La tiré a la cama. La golpeé en la cabeza. Tomé una botella de whisky y luego dejé el lugar. Volví al Unión Jack Club y me dormí. Cuando desperté encontré sangre en mis manos, en mi camisa y en el traje. Traté de lavar la camisa, pero no pude sacarle la sangre, así que la metí en un tacho de basura en el campamento. Envíe el traje a limpiar. Un día después o dos leí en los diarios que habían encontrado muerta a una prostituta en Kilburn y supe que yo había matado a esa mujer".
Michael culpó de todos sus problemas a la bebida. "Cuando estoy muy borracho intentaría cualquier cosa". En enero de 1960, Michael se declaró inocente de la muerte de Verónica Murray. Su consejero legal basó su defensa en la disminución de responsabilidad. Aunque habló largamente acerca de cada aspecto del caso, declaró que no tenía conocimiento del por qué, en los dos casos, había hecho extraños círculos sobre los cuerpos de sus víctimas; ni pudo recordar qué instrumentos había usado para hacer los círculos.
El jurado británico creyó que Michael Dowdall realmente sufría de un grado de amnesia. Fue encontrado culpable de homicidio y sentenciado a la pena máxima por ese delito, cadena perpetua. |